La capilla ardiente de Xbox 360 se llama E3 2013
Xbox One ha levantado su particular polvareda, moviendo a los medios en torno a la lógica expectación creada, pero... ¿qué ocurre con Xbox 360?
Sorprendentemente, Microsoft en apariencia ha evitado que tengamos una sensación parecida a lo que en su momento ocurriera con la primera Xbox, máquina absolutamente olvidada en cuando 360 hiciera acto de aparición. Prueba de ello es el extraño movimiento de presentar un nuevo modelo de la máquina, elegante, más pequeña y sumamente silenciosa... y, según sentenciaron, disponible desde ya. Posiblemente con esta pieza hayan conseguido igualmente abaratar aún más los costes de fabricación, pero eso es algo que lo guardo en mis conjeturas.
Además de la transmisión de la membresía Live hacia Xbox One, un gesto con el que pretende equipararse a Sony y su PlayStation Plus es el anuncio de que Microsoft regalará videojuegos cada mes a sus miembros Gold. Lo cierto y verdad es que es un detalle a agradecer, pero llega tarde y mal. Después de tener tantísimo tiempo a sus fieles pagando por un servicio eficaz pero poco generoso con el cliente, la bondad de la compañía de Redmond acaricia a Xbox 360 en su teórica recta final y ofreciendo una serie de títulos con más años que el baúl de la Piquer. Halo 3 y Assassin's Creed II serán los primeros en llegar.
Por su parte, algunos buenos desarrollos confirmaron que a la ya veterana máquina le queda algo de vida, que no está tan muerta como algunos quieren hacernos ver, siendo bastante interesante la aparición de Jusuf Mehdi enseñando el poderío free to play de World of Tanks. Dark Souls II se vistió de gala para mostrar los baluartes de lo que a buen seguro será todo un imprescindible, mientras que la gente de Press Play enamoró al público con Max, the Curse of Brotherhood, un juego cuya mecánica entre las plataformas y los puzzles recuerda en cierto modo al legendario Heart of Darkness. Con todo, los más susceptibles no podemos quitarnos la sensación de que los minutos que se le han dedicado a Xbox 360 no eran más que una cortina de humo, una pose de cara al usuario afín a la marca.
Porque claro, después de la parte buena toca mentar aquello que ha dejado no pocas impresiones negativas. Lo primero es el estacazo de contemplar un impresionante trailer de Metal Gear Solid V para saber a continuación que aquello de que lo veríamos correr en una Xbox 360 podría ser una falacia como la copa de un pino. Así, y al igual que otros nombres como Ryse o Crimson Dragon, termina saltando de generación para hacer acto de aparición dentro del catálogo de Xbox One. Del mismo modo, el contemplar juegos que por lo técnico bien que podrían estar en 360 duele lo suyo, siendo buen ejemplo de ello el esperadísimo Killer Instinct.
Es un negocio lógico, pero hasta cierto punto también lo puedo llegar a ver como algo rastrero. Al fin y al cabo, la cosa va de vender. Ahora lo que interesa es motivar la compra de Xbox One, atraer a los posibles clientes con una serie de interesantes títulos y, finalmente, exprimir con el mínimo esfuerzo económico aquello que todavía pueda generar 360. Como decía aquel, «no es nada personal»...
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