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La batalla contra Shirafuji Ojos de la Serpiente en Sekiro es memorable gracias a su escenario

Negando los trucos del ring
Por Adrián Suárez Mouriño

Echando la vista hacia atrás a Sekiro, ahora que ya ha pasado un tiempo desde su lanzamiento, me resulta interesante recordar como a uno de sus jefes más interesantes a Shirafuji Ojos de Serpiente. Sé que el puñetero mono decapitado nos ha hecho sufrir más, Genichiro nos hizo pasar de genin a chunin e Isshin Ashina podía meterse su dificultad por la funda de la katana, pero Shirafuji tiene algo muy especial, algo que lo conecta con Sif.

 

 

No me refiero a nada de lore entre series, para encontrar las conexiones entre Bloodborne y Sekiro hay que mirar en el fondo del mar. Me refiero a la presentación de este personaje y cómo la recibe el jugador.

 

El escenario de Shirafuji le permite al jugador verlo a él en el centro, de forma que todo lo que lo rodea acentúa su carácter y habla por él. Sabemos que es un líder porque está protegido por los suyos e intuimos que es un jefe reflexivo por su presencia en lo alto de una montaña, protegiéndola con paciencia. El recorrido  hacia él es como un tubo, como una catapulta hacia su encuentro.

 

Con Sif ocurre algo igual: se usa su contexto para definirlo, para darle entidad. Lo que diferencia el comabte de Shirafuji Ojos de la Serpiente con el del lobo es algo que no se ve demasiadas veces: el uso de los diferentes niveles del escenario para la batalla. Esto es algo que Miyazaki usó en pocas ocasiones en sus producciones. Estamos más acostumbrados a luchar en rings cuadrados. El ejemplo más característico en el que sí recurrió a esta idea  es el que encontramos en Demon´s Souls con el lenguaraz Adjudicator.

 

La diferencia con aquel es que, en Sekiro, este ring a varios niveles no funciona como un puzzle, sino como un territorio natural en el que escondernos, saltar, apoyarnos en un risco, combatir e incluso huir si nos apetece. Lo interesante es que lo que primero que hacemos cuando peleamos contra Shirafuji es agazaparnos en una esquinita para ver si conseguimos trampear al boss. En un primer momento creemos que el escenario juega a nuestro favor, pero a medida que combatimos y combatimos acabamos rechazando más y más esta irregularidad, y atacamos de frente, sin misericordia.

 

 

Con Adjudicator, aprovechamos el escenario, lo estudiamos a él y a sus alturas para patearle el culo evadiendo sus golpes, era útil porque en Demon´s Souls los bosses suelen manifestar más poder que nosotros mismos. Sin embargo, en Sekiro, la jugabilidad es tan rica y precisa que te permite sentirte por encima de todos, incluso por encima de los supuestos trucos que esconde un ring de combate irregular.

 

Qué bueno es Sekiro por detalles como este. Pena que ese DLC nunca vaya a llegar.


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