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Killer, Dead y Ryse, puente a la next-gen

Caperucita Roja termina en las fauces del lobo
Por Rafa del Río

Killer Instinct, Dead Rising 3 y Ryse: Son of Rome han sido tres juegos exclusivos de lanzamiento en Xbox One. Resulta sorprendente que a día de hoy se pueda hablar de ellos bajo esa categoría si tenemos en cuenta que parecían títulos más que claros para la pasada generación. De hecho, y dejando de lado al juego de Capcom, del de Rare y del de Crytek se sabía de su existencia como dos títulos que iban a funcionar por entero con Kinect, pero de esas facultades con la cámara no ha quedado prácticamente nada a día de hoy.

 

Ahora esas tres piezas se han convertido en armas de la nueva generación, tres realidades palpables de un nuevo capítulo de la historia de Microsoft en el mundo del entretenimiento doméstico. El caso de Dead Rising 3 es peculiar, ya que todo apuntaba a que el juego estaba más que listo para ser lanzado en PlayStation 3 y Xbox 360, y como decía en la reseña del título, esa peculiaridad se adivina que no le ha sentado nada bien en algunos puntos concretos del juego en el que eso se nota más de lo que nos gustaría.

 

 

La gran suerte que hemos tenido los usuarios de One es que esos inventos, que normalmente acaban en desastre, han salido relativamente bien. Sin saber qué había hecho de Killer Instinct, ha resultado ser un gran juego de lucha; Dead Rising 3, con sus peculiaridades y sus excentricidades ha terminado siendo una obra muy sólida; Ryse… no, Ryse no. Los de Redmond ya hicieron algo similar con el estreno de 360, arrancando de la circuitería un Kameo que estaba acabado para la Xbox primigenia (y al que se puede acceder de forma relativamente fácil) y un Perfect Dark Zero también sospechoso.

 

Lo que venga a partir de ahora de los estudios más cercanos a Microsoft serán juegos 100% de One, y entonces será el momento de poder pensar en clave next-gen sobre los títulos que irán apareciendo en el mercado en exclusiva para la máquina americana. Al menos podemos decir que en el cambio de generación, con esos juegos metamórficos hemos salido ganando. Y eso no es poco.


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