Jugar con personajes masculinos o femeninos
Las cosas como son. En los videojuegos rara vez nos encontramos con hombres o mujeres reales; sí con estereotipos. Partiendo de ellos se produce el desarrollo del personaje. El aspecto físico que presentan está íntimamente ligado a su personalidad, para que el jugador aprenda en un abrir y cerrar de ojos cómo es su avatar.
La figura del hombre en el videojuego está muy machacada. Son seres duros, mercenarios que sólo piensan en su misión a los que en muy pocas ocasiones se les concede sufrir o dudar, sólo en títulos que apuestan directamente por ello. Se les caracteriza a propósito para tal fin. En los videojuegos japoneses se les dota de aspecto adolescente o femenino, para matizar que no son tipos a prueba de bombas y que la aventura tendrá tintes emocionales. Pero son looks poco naturales, como el de Noctis sin ir más lejos. Es por este motivo por el que hace un tiempo me encuentro mucho más a gusto jugando con personajes femeninos, hasta el punto de que en los títulos en los que tengo que construirme uno, lo hago también chica.
Las mujeres en los videojuegos también son un estereotipo, pero mucho más rico, menos castigado. Son fuertes pero se les permite sentir, sufrir y dudar, sabiendo que conseguirán superar sus miedos y convertirse en auténticas guerreras. Por supuesto, es un cliché, pero mucho más agradecido de jugar y también más cercano a cualquier jugador. A mí me cuesta mucho empatizar con Shepard, Marcus y demás megamachotes, pero sí que me encuentro cómodo jugando con Nilin de Remember Me, Trip de Enslaved o Ellie de The Last of Us, chicas capaces de transmitirme que están asustadas, y yo me las creo, consiguiendo que su aprendizaje cale más en mí, y toda su aventuras. Por el mero hecho de que Portal esté protagonizados por Chell en lugar de por un marine musculoso y calvo, el título consigue trasladarte a la reflexión, a la indefensión y a una experiencia más sugerente.
Sin dejar de ser arquetipos, es más fácil encontrar papeles femeninos jugosos que masculinos, ya que, únicamente dejándose llevar por el guión del cliché y los pasos del camino del héroe, salen cosas chulas. En hombres cuesta más, como si no realmente no interesara, como si lo que se quisiera es servir He-mans a los usuarios. Lo que se supone que quiere el usuario. Y hace falta trabajar más en ellos, como se hizo en Spec Ops The Line o en The Last of Us. ¿Cuántas veces habéis visto a uno llorar en un videojuego, desesperado por no conseguir lo que busca?. Las chicas, por otra parte, consiguen aportar ese toque humano de un modo más natural y creíble, porque se aproximan más a la realidad. Si nosotros estuviéramos en las situaciones que plantea el juego, aunque lo deseáramos, no seríamos ese mercenario al que el miedo le da risa. Buscaríamos un lugar para escondernos, intentaríamos tranquilizarnos y aprender de nuestro entorno para solucionar el problema. No seríamos Marcus, un papel cada vez menos creíble.
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