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Jugar a juegos en el juego. El meta realismo

Mamá, dame cinco pavos que me bajo a los recre
Por Rafa del Río

Lo reconozco, tengo una manía secreta cuando juego a un videojuego, una costumbre insólita que a mí mujer le hace mucha gracia cuando me ve jugar: cada vez que veo una máquina arcade, un ordenador o una consola en el escenario de un videojuego, la examino por todos lados aporreando botones por ver si hay posibilidad de echar una partida.

 

Es una manía absurda, lo sé, nada como poner la Dreamcast, la Green Gold o la Atari si me apetece jugar a algo retro, pero el caso es que hay algo en eso de jugar a un juego dentro del juego que me gusta, me atrae y me pone tonto.

 

Flaaash baaack

Creo que le primer título en el que encontré eso de jugar a un juego dentro del juego fue Phantomas, ahora no recuerdo si el uno o el dos, y ese concepto de metaargumento,  de ir más allá de lo establecido para conectar con el jugador planteando como jugador al protagonista -por muy sencillo que fuera el sistema-, me cautivó. 

 

Maniac Mansion, con mucho sentido del humor.

 

Después fueron muchos los títulos que plantearon el juego dentro del juego, la inclusión de minijuegos en forma de contenido extra para potenciar el argumento y la narrativa como en el caso de los flash backs de Solid Snake en las manos de Kojima; para aumentar la credibilidad del escenario en el caso de Gold Saucer en Final Fantasy VII o, simplemente, para aumentar contenidos. 

 

Se podrían mencionar mil juegos, pero el primer título que se llevó la palma a la hora de introducir los juegos arcade dentro de un juego más complejo fue, sin duda, el Shenmue de Yu Suzuki. Y fue Shenmue por varios motivos, el primero, por la calidad de los juegos incluídos, todos adaptaciones perfectas de títulos de la propia AM2 con títulos como After Burner, Hang On, Out Run o Harrier Attack. Fue Shenmue porque con la ayuda de estos arcade comprendíamos mejor la historia y el momento en el que estábamos representando el papel de nuestro protagonista, Hazuki. Y fue Shenmue, en fin, porque aunque ahora podríamos acusar a Suzuki de disonancia ludo-narrativa en su título lo cierto es que Shenmue eran mucho más que la historia de un chico que busca venganza. Shenmue no fue una carrera en busca de Lan-di, sino una historia de perfeccionamiento personal, de crecimiento, de evolución, y dentro de esta carrera pausada en busca de respuestas había tiempo para hacernos amigos de la chica del Tomato Convenience Store, para coleccionar gachapones con los que hacer dinero y descubrir la persona que era ese adolescente que empezaba a madurar llamado Ryu Hazuki.

 

La cápsula de After Burner en Shenmue 2. 

 

Tiempos modernos

Perdonad, me puede la nostalgia y no hablamos sólo de Shenmue. Antes y después muchos fueron los títulos que incluyeron esta cualidad del minijuego como parte de su universo más profundo. Dreamcast incluso inventó la VMemory, ese cacharrito que nos permitía convertir en tamagochis a los personajes de sus juegos y evolucionarlos en pantalla monocroma. Y así, poco a poco, el método se fue perfeccionando con algunos ejemplos grandiosos como Project Gotham Racing y su Geometry Wars, Canis Canem -a.k.a. Bully-, Yakuza, Grand Theft Auto, Las idas de pelota de Suda51 y su No More Heroes y, saltando las diferencias, Red Dead Redemptions y sus juegos con herraduras, que eran los arcade de la época, o WatchDogs y sus juegos para móviles de realidad aumentada.   

 

Llamadme tonto, pero a mí esas pamplinitas me chiflan, y no me refiero sólo a las actividades que completan el desarrollo del personaje, si no al videojuego dentro del videojuego 'per sé'. Es como cuando en un libro el protagonista lee un relato, o como cuando una peícula o serie de televisión completa la presentación de un personaje mediante una película o serie de televisión que dichos personajes disfrutan durante la obra. 

 

Los recreativos de Yokosuka en Shenmue, antes de que el primo de Gollum la líe.

 

Hay que potenciar este aspecto de la meta realidad

O al menos eso pienso yo, que disfruto como un enano con estas chorradas. Comprendo que en ocasiones mata un poco el espíritu de la narrativa al incluír elementos que poco o nada tienen que ver con lo narrado, pero cuando se llevan bien, cuando la urgencia de la narración bloquea estos contenidos para luego dejarlos al libre albedrío del jugador en momentos de relax, la cosa gana mucho.

 

No sé qué opináis vosotros, pero sería una buena forma de introducir el mercado indie el que algunas distribuidoras grandes dieran apoyo a los títulos que puedan estar relacionados con su obra mediante su inclusión de forma natural en el juego y aportándole metas, logros e incluso desbloqueables para hacer de ambos juegos un uno más perfecto y mejor que la suma de ambos. 

 

No sé, lo mismo estoy chalado, pero ojalá GTA V venga con nuevas recreativas y actividades que me ayuden a relajarme y visitar menos al psiquiatra de Mikel de Santa.

 

¡Nos leemos!


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