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Jugar a ciertos videojuegos es como gritar que te gusta tu hermana

O eso parecen pensar algunos
Por Rafa del Río

Ayer hice un breve repaso a los juegos que considero injustamente tratados de los últimos años, y si bien me dejé en el tintero algunos títulos como Divinity: Original Sin, P.T. o Metal Gear Solid V, la gracia del asunto es que el hablar del tema originó ciertos comentarios en redacción acerca de las respuestas que podría desatar dicho artículo. 

 

Va por delante que en Mundogamers tenemos la mejor cantera de lectores de todos los medios especializados del planeta. No es peloteo, es algo que vosotros mismos comentáis y que demuestra que éste es uno de los pocos sitios en los que se puede debatir con cabeza y cordura sin caer en el insulto gratuito ni el ataque troll. Sin embrago, y aprovechando para daros las gracias por esto, eso no quita para que exista un sector de videojugadores que piensen que jugar a ciertos videojuegos sea algo que roza el pecado, la blasfemia, el tabú y la ignomina moral. Un crimen que hace que el mercado se estropee y que las grandes compañías aprovechen para apoltronarse y cobrar mucho más por mucho menos. Hablando claro:

 

Cada vez que juegas a Call of Duty muere un desarrollador indie

O eso parecen pensar muchos cuando sale un tema de apoyo a CoD y en seguida surgen las palabras iracundas acusando a los maletines, el amiguismo o la idiotez de estar premiando una saga que debería estar muerta hace años a opinión del comentarista en sí. 

 

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Es una costumbre que nunca he entendido, pero parece que Call of Duty es el demonio sobre la tierra, y el mero hecho de comprarlo, jugarlo o hablar de él hace que, automáticamente, un desarrollador indie muera, un buen proyecto desaparezca y el mercado se vuelva más ruín y oscuro.

 

La pregunta es obvia: Si la inmensa mayoría de gamers -dicho sea el término con bastante asquete hacia el anglicismo- piensan que Call of Duty es la plaga que asola al mundo feliz y colorido del videojuego...  ¿Quién narices compra sus juegos? ¿los aficionados a la caza y la pesca? ¿el público de Mujeres Hombres y Viceversa? ¿Leo Messi? No, en serio, ¿Quién? Porque la realidad está ahí, y en tan sólo 13 años, la saga es la más productiva de toda la historia del videojuego, ha superado los 250 millones de ventas y su última entrega, Black Ops III, ha sido el juego más vendido del año. 

 

Comprar Assassin's Creed es como robarle a tu abuela

-Y encima es darle alas a Yves Guillemot para que siga sacando subproductos de risa con un millón de DLCs y tirando ACs anuales sin currárselos ni un poquito.

-Oye, pues a mí Syndicate me está gustando y...

-¡A la hoguera! ¡Suelta el maletín! Por tu culpa se hacen truños de ese tipo anuales y nos cobran millones y el mercado muere y todo se va a la mierda, y mi madre no me deja salir y las chicas no me hacen caso.

-Pero han dicho que van a dejar descansar la saga y...

-¡No! ¡Hay película!

-Sí, producida por Fassbinder y... 

-No te escucho, eres un esbirro de Ubisoft. ¡Muere criatura infernal, y abandona esa redacción, el poder del desarrollo indie, de Undertale y de Papers Please te obliga!

 

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Y así podríamos seguir hasta el infinito. El caso es que, aunque hay cierta lógica en estos planteamientos, ésta se diluye cuando se convierte en extremismos radicales sin ninguna base científica en los que el dogma de fe y la verdad adquirida por ciencia infusa se convierten en el mantra de esta nueva forma de violencia verbal. Un piquete que trata de controlar el mercado. Ya lo decía Mariano José de Larra, con su Don Periquito y sus paparatistas, que los extremos no son buenos. Aquí, lo que al final triunfa, es una doble moral que ríase usted de la política

 

Es el mal de nuestro tiempo

O de la especie humana, si me apuráis. Me encanta leer por twitter a la gente que acusa a Mujeres, Hombres y Viceversa, la Esteban o Gran Hermano de los males de nuestro tiempo. Gente que se queja de quien ve esos programas y, a un tiempo, los ve sin perderse ni unos. 

-Pero es para reírnos.

Claro que sí, y por ahí empieza todo, porque aquí lo importante son las audiencias, no sus motivos. Si protestáis de que GH dé más premio que Saber y Ganar sólo tenéis que dejar de mirar a la Pocholo-Milá y darle vuestro apoyo al Hombre Bicentenario de Jordi Hurtado. Pero no, aquí lo que prima es verlo pero poner a parir a quien lo ve 'por los motivos quivocados', que son los contrarios a los nuestros. 

 

Lo mismo pasa en la literatura:

-Oh, Dios, odio a Stephanie Meyer

-Pues te leiste todo Crepúsculo

-Era una cría

-Dos veces. 

 

El cine: 

-¿Vas a ver Star Wars? Puagh, se han vendido y es super comercial.

-¿Por eso fuiste disfrazado de jedi al estreno y te pasaste dos semanas silbando la musiquita?

-Tu carencia de fe resulta molesta, padawan. 

 

O la música

-Oh, este año estamos perdiendo a los mejores: Se fueron Lenny, Bowie y ahora MilikiGlenn Frey, el cantante de The Eagles

-Con la que se lió con Hotel California...

-Ah, pues no sé, espera que busco en Trivago.

-Na, tampoco es que sea importante... Eso que suena en tu móvil es One Direction, ¿no? 

 

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Vamos a relajarnos un poco

Pues eso, vamos a relajarnos y a tratar de alejarnos de esos imperativos dogmáticos que pretenden imponer un mal acuciante a algo tan tonto como comprar un videojuego o disfrutar de una saga. Ya lo decía José Luís Sánchez-Pollack 'Tip', y ya lo he escrito por aquí alguna que otra vez: 'aunque sea fe la moza, si  ti te gusta, retoza', a lo que añado, 'y dejad retozar a quien guste'. 

 

Que esto no quiere decir que no haya que señalar lo negativo del mercado ni proponer medidas para que la cosa mejore, pero de ahí a satanizar los gustos ajenos hay un trecho: este convertirnos en piquetes violentos mola poco o nada, así que apostemos por el vive y deja vivir y demos una oportuniad a algunos títulos que, a pesar de su mala fama, tienen mucho bueno que ofrecer. Así podremos criticar con conocimiento de causa, que bastante condicionada está ya la información por culpa del mercado como para que ahora también tengamos que condicionarla también al miedo a que nos critiquen por nuestras ideas... léase con toda la ironía subycente.  

 

¡Nos leemos!


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