Jugad a Pacman 256

Hipster Whale es un estudio de videojuegos para móviles caracterizados por un par de cositas. En primer lugar, por tener un nombre de mierda, porque no sé a quién se le ocurre usar 'hipster', con todas las connotaciones que tiene y ninguna buena, a día de hoy. Por otro lado, son los señores responsables de Crossy Road, uno de los mejores juegos para móviles de 2014 y uno de los pocos que no te trataba como una cartera con pies, brazos y poca cabeza.

Sin embargo, Crossy Road era especial por otra razón: era una revisión muy inteligente de Frogger, adaptada a las mecáncias de un smartphone/tablet y lo suficientemente separada del juego oficial como para no ser demandados por copiarles la idea de un animalico simpático cruzando carreteras, vías de tren y ríos. La monetización del juego era aceptable y tan poco intrusiva, pese a estar siempre ahí, que casi parecía un juego gratis del todo, aunque eso no impidió que Hipster Whale recaudara 10 millones de dólares en beneficios.

¿Por qué cuento todo esto? Porque voy a hablar de su nuevo juego, Pacman 256. Esta vez, Hipster Whale sí tiene la capacidad de usar el nombre del juego en el que se inspira, pero no solo ha usado sus personajes y su emblemático escenario, sino también en un error del clásico de las recreativas. Si no lo sabéis, la pantalla 256 de Pacman está rota y no se puede superar por sus numerosos bugs ya que técnicamente jamás debía llegar nadie a ella, pero los más hábiles con el 'comecocos' lo hacen habitualmente a día de hoy.

Pues Hipster Whale, muy listos ellos, han reinterpretado el juego a raíz de dicho error, de ahí el nombre del juego y de ahí que no te puedas estar quieto porque el error te consume. Al moverte con Pacman, vas comiendo los clásicos puntos para conseguir, bueno, más puntos. Y como todo buen juego móvil, hay multiplicadores y objetos para mejorar tu movimiento o derrotar a tus enemigos. Curiosamente, estos objetos son los cuadros o las frutas que ya conocíamos de Pacman, y los enemigos, ejem, son unos fantasmas rosa, amarillo, azul y naranja. ¿Todo os suena, verdad?

Aquí es donde quería llegar: solo hace falta un poquito de inteligencia para hacer un homenaje a un juego clásico sin destrozarlo, y en Hipster Whale parecen ser más listos que el hambre, por lo que veo. Y por supuesto, no estaría hablando de nada de esto si el juego en sí, como tal, al margen de todo, no fuera divertido como la madre que lo parió y fuera uno de esos pocos juegos para móviles que, como Crossy Road, no intenta exprimirte como si fueras una naranja tierna.

Con un juego como Super Mario Maker a punto de caramelo y que te permite reinterpretar por ti mismo la historia de una saga de juegos, da gusto ver que existen vías paralelas por las que se sigue tratando con cariño a franquicias que, bueno, no tienen un lugar entre las grandes consolas y los potentes ordenadores, pero que con un par de movimientos y objetivos sencillos (y una buena táctica de monetización) no solo mantienen a sus desarrolladores sin problemas sino que también son buenos juegos.