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Juego local: no estamos tan mal WIIU

Sagas que se devalúan. Elementos míticos que desaparecen por siempre jamás
Por Rafa del Río

Katusga Eguchi, productor de Nintendo Land, ha hecho unas declaraciones interesantes en la revista japonesa de videojuegos Famitsu. Allí ha querido hablar sobre el hecho de que su juego, uno de los más exitosos del reciente lanzamiento de WiiU, no tenga on-line, algo que según parece no ha terminado de gustar a muchos jugadores. Eguchi ha sido claro: “los juegos de Nintendo Land funcionan si hay comunicación entre los jugadores que están en la misma sala, es un divertimento para gente que está en una misma habitación y puedan compartir sus horas de juego”.

 

Tras haber podido jugar al título de WiiU no acabo de comprender esas críticas por parte de jugadores de Nintendo: ¿qué gracia tendría jugar en la atracción de Animal Crossing o Luigi's Mansion sin escuchar los gritos y locuras del tipo que tienes a tu lado? ¿Esperaban competir por puntos en Nintendo Land? ¿Nos hará un hueco la MLG en 2013? En fin, que siempre acabo pensando que mejor tenerlo a no tenerlo, pero también es cierto que Nintendo Land no es uno de esos juegos a los que le puedas exigir un modo en línea en el que jugar con desconocidos: requiere ser jugado como jugábamos a los multijugadores en consolas hace 10 o 15 años, es decir, amontonados en un salón con doscientos mandos y litros de bebidas y kilos de comida no muy saludables.

 

 

¿Se ha perdido eso? Mi estimado compañero Raúl Rosso comentó en su momento que lo estábamos perdiendo a marchas forzadas. No estuve de acuerdo con su afirmación y sigo sin estarlo ahora: el juego multijugador local goza de una salud estupenda, quizás no tan buena como antaño, correcto, pero los que hemos cambiado somos nosotros, no la industria. No podemos compararnos a los tiempos en los que nos reuníamos en casa de colegas con escasos veinte duros en el bolsillo y nada que hacer por la tarde; con la edad que tenemos muchos de aquellos niños hacemos administramos nuestro tiempo de otra forma y hemos cambiado esa sana costumbre por otras actividades igual de sanas para gente de nuestra edad. Sería un poco estúpido pensar, por cierto, que esos nuevos niños que juegan con sus flamantes máquinas de alta definición no están gozándolo tanto o más como lo hicimos nosotros hace unos años.

 

Casi toda la franquicia Halo, como se ha encargado de recordarnos Big Bang Theory en unos cuantos capítulos, son el sueño de cualquier jugador amante de las tardes locas en local. Los vicios a Goldeneye y Perfect Dark fueron criminales, correcto, pero esos juegos serían fácilmente sustituibles por muchos FPSs actuales en consola que ofrecen las mismas características que ya ofrecían los juegos de Rare a finales de los noventa. Otra cosa es que nos apetezca quedar con la gente un viernes/sábado/domingo por la tarde/noche, pero opciones hay, y cada muy poco tiempo aparecen nuevas posibilidades en ese terreno. Una de las últimas, de hecho, ha sido F1 Race Stars, que ofrece local a cuatro jugadores.

 

El on-line ha abierto caminos positivos con su popularización, y en parte ha sido culpable de la resurrección de un género como el de la lucha, prácticamente desaparecido en la pasada década y revivido en el último lustro, ¿pero qué sensación hay más satisfactoria que jugar con tu rival al lado? De hecho, ¿qué celebración virtual de FIFA puede compararse a otras celebraciones menos deportivas pero infinitamente más graciosas? Nada, añadir on-line a Nintendo Land, probablemente, habría sacrificado alguna de las tres o cuatro tardes que llevamos de risas con WiiU en compañía de colegas, además, no es un juego que se adapte excesivamente bien a los estándares actuales de juego en línea.

 

 

La conclusión del presente escrito es la siguiente: no echemos la culpa a los videojuegos de algo que creemos estar provocando nosotros. Tomen su teléfono y queden el próximo finde con los colegas para echar unos FIFAs en casa del enmancipado con suerte: no se arrepentirán. Brinden por el que les sugirió la idea.


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