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James Pond pide vuestro apoyo para renacer

Vendiendo nostalgia, mal.
Por Adrián Suárez Mouriño

El tema de los kickstarter se ha descontrolado. Mucho. Raro es el día que no sale una campaña para promocionar un videojuego. Conste que es una plataforma fantástica, le está permitiendo a Inafune hacer su particular “Chinchaos, Capcom” con su Mighty Nº 9 y a los de Project Phoenix compicharse como si fueran los Power Rangers-JRPG. Es divertido, da vidilla; y más allá de los propios proyectos, con unas campañas de publicidad en las que a veces sólo les falta decir que su juego es capaz de curar el cáncer, les muestran a las desarrolladoras lo que el usuario quiere. Reivindican la existencia de un grupúsculo de hardcores que ahora están sacando la cabeza tras enterrar a los controladores de movimiento del mal.

 

Todo eso está muy bien, pero insisto, se está descontrolando. Porque una cosa es presentar nuevas ideas, vender sueños y esperanzas de un mañana mejor con muchos menús y poca Wii, y otra muy distinta rebuscar en la guantera del Delorean, sacar lo primero con lo que se topa la mano y oye, ver si cuela. Hablo de infortunios como aquel Ecco the Dolphin (La venganza) que se quedó sin amigos o el reciente James Pond, que anuncia su posible regreso a cambio de los mimitos de los fans.

 

 

James Pond fue un título salido en los 90, un plataformas que fundamentaba su personalidad en realizar juegos de palabras con James Bond, por aquel entonces muy popular. Es decir, que se trata de un producto muy (pero muy) enmarcado en un contexto temporal concreto, que no es éste, pero que aún así lo intentó valientemente en Nintendo DS. Hay títulos atemporales que se comprende que puedan resultar interesantes, nos encontremos en el año que estemos. Poca gente pondría pegas a un remake de Soleil, Story of Thor, Quackshot etc, etc. Sí, crecí con una megadrive. Sin embargo ofrecer una continuación de la licencia James Pond me parece desafortunado, el mayor reflejo de porqué kickstarter se ha descontrolado.

 

Entendedme, ojalá le salga bien. Ojalá encuentre a fans encantados con su juego, él pueda realizarlo y llevarse los garbanzos a casa. Pero opino que sería más inteligente retomar lo que fuera que tuviera de interesante la licencia, más allá de la mera nostalgia, y transformarlo en algo nuevo, ya que la auténtica magia que encierran los videojuegos salidos a través de este mdio es un concepto que nos haga soñar. Sin embargo, presentando así el proyecto, a uno, simplemente, le entra sueño.

 

 

Sólo el tiempo dirá si es una violación innecesaria de la infancia, un “vamos a probar suerte que total, aquí, todo vale” o un retorno querido. Por fortuna, la democracia imperante de estos sitios de apoyo, separa el grano de la paja y ayuda a que lo realmente se desee triunfe y lo que no, se estrelle. Kickstarter aún es un niño muy joven, y tiene que crecer para aprender a dejar de descontrolarse. De todos modos, consiga parir o no un nuevo James Pond, el fan se merecía una presentación más potente del proyecto. Mi título de la infancia es Soleil, sin ninguna duda. Si ahora aparecieran sus papis diciendo que puede que tal vez hagan un remake, mientras hacen girar con su culo la silla del estudio... En fin. La nostalgia es un poderoso aliado, pero si no la acompañas con algún efectismo acaba por perder su “mojo”. Demonios, una sonrisa al menos.

 

No me toméis demasiado en serio. Esto no es más que la opinión de alguien a quien le molesta la monetización tan poco cariñosa de la nostalgia. Al final, lo más importante ¿apoyaréis a James Pond cuando su campaña de apoyo comience el 20 de septiembre?


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