Isla Frontia: Lo mejor de Zelda Breath of the Wild
Soy muy friki de lo mío, y cuando sale un nuevo DLC de alguno de mis juegos favoritos me gusta retomar la historia desde el principio y rejugar la historia de nuevo aprovechando lo aprendido y todas las novedades que han llegado al juego. Lo hago también con los libros, incluso con las pelis, pero esto va de videojuegos y toca hablar de una de las mayorers sorpresas de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, que ayer volví a jugar de forma muy diferente a como lo hice la primera vez.
Me refiero a La Prueba Salvaje, el reto de Isla Frontia, uno de los momentos más épicos de Zelda BotW al que se puede acceder en el mar de Necluda, y que seguramente os llame la atención poco después de encontrar el laboratorio de la cumbre de la aldea Hatelia. De no ser así, los aldeanos de la aldea Onaona ya se encargarán de llamar nuestra atención sobre la isla en cuestión.
La Isla Frontia
Lo primero es advertir que, si no habéis llegado a esta parte del juego y queréis no saber nada del asunto lo mejor es que paséis de este artículo directamente, aunque no voy a hacer grandes spoilers ni hablar de localizaciones, sí que voy a comentar en qué consiste el reto y por qué me parece tan brillante. Así que avisados estáis, espero un rato, os doy un par de minutos para que decidáis y sigo.
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¿Ya? Pues al lío.
La Isla Frontia es, como decía antes, una isla situada en el mar al sur de Necluda que podemos observar desde la aldea Onaona, los riscos de alrededor y los acantilados al sudeste de la Aldea Hatelia. Llegar a ella ya es todo un reto, aunque se puede alcanzar de múltiples maneras. Os dejaré a la imaginación decidir cómo llegar, basta conocer las posibilidades de Link para planear el viaje y disfrutar de su entorno. Playas paradisíacas, bosques frondosos, un par de montañas y rica vegetación ocultan una de las pruebas más gratificantes del juego.
La Prueba Salvaje
El principio de la prueba que nos dará acceso al santuario y una nueva prueba -Reflejos Automáticos-, es sencillo: nos despojan de todo nuestro equipo, armas, consumibles, escudos arcos y demás y nos vemos obligados a sobrevivir en la isla en gayumbos y con la única ayuda de nuestro ingenio y los poderes de la Piedra Sheika. ¿El objetivo? Encontrar tres esferas y situarlas en tres pedestales repartidos por toda la isla.
Parece sencillo, pero no lo es. Si estáis pensando en Dark Souls os diré que sois unos pesados, pero que no váis desencaminados, ya que la prueba oculta uno de los handicaps más duros de Zelda: Breath of the Wild, la imposibilidad de grabar partida y la necesidad de superar el reto sin morir. En el momento en el que perdemos nuestros corazones -algo sencillo al no llevar armadura ni protección de ningún tipo- volvemos a aparecer no en la playa de Isla Frontia, sino en el punto en el que comenzó nuestro viaje hacia la Isla.
Lo que Isla Frontia te enseña
La Prueba Salvaje es una suerte de clase magistral que nos obliga a depender de nosotros mismos, usar el sigilo, aprovechar los recursos naturales y meditar en todo momento cómo enfrentarnos a enemigos mucho mejor quipados y más fuertes que nosotros. Lo primero es explotar los recursos naturales de la isla: platanos, setas, manzanas, cocos, cangrejos y algun que otro rábano vivaz y un par de durián vivaces que nos salvan la aventura si los usamos con sabiduría.
Comer los alimentos tal cual es malgastar sus propiedades, por lo que lo primero es calentar los que no tienen propiedades y, posteriormente, buscar un sitio en el que cocinar los durián y demás para lograr corazones extra. No será fácil conquistar la cazuela, pero pronto descubrimos que en los alrededores de la misma hay zonas de pesca e incluso cofres ocultos, amén de algunas armas mejores que los palos y ramas de árbol e incluso escudos.
Aprovecha el entorno
Lo que nos enseña Isla Frontia y La Prueba Salvaje es a aprovechar no sólo los recursos, sino también el entorno y el clima para medrar. Usando las tormentas eléctricas para enfrentarnos con el grueso de enemigos armados nosotros con madera y ellos con armas metálicas. Aprovechando las rocas y los barriles explosivos para derrotar a uno de los final boss más puñeteros del juego no por su naturaleza, sino por nuestra falta de equipo, y dedicando tiempo a cosechar y buscar elementos que nos ayuden a planificar nuestros ataques sin morir en el intento.
En definitiva, Isla Frontia es un tutorial en medio del juego en el que no se nos dice qué hacer, pero se nos da las herramientas suificientes para decidir cómo hacerlo. Una joyita dentro de una gran joya que nos enseña a jugar mejor y nos prepara para todo lo que ha de venir después, y que demuestra que en apenas unos metros de Zelda: Breath of the Wild hay suficiente para tenernos atareados horas enteras. Rejugadlo si ya lo hicisteis en su momento y volved a poner a prueba vuestras habilidades. Es una gozada.
¡Nos leemos!
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