Incontestable éxito de la Final Cup 4 de la LVP

Dudo que alguien pueda discutirme que hemos vivido las dos jornadas más mágicas de la historia del eSport patrio. Las estimaciones de la organización, la cada vez más potente e imponente Liga de Videojuegos Profesional, inevitable elemento en cualquier ecuación relacionada con la competición electrónica de nuestro país, aseguran que fue seguida por más de 7000 espectadores en el DHUB de Barcelona y varios miles más de personas por los streamings habilitados para la ocasión. Docenas de equipos y jugadores de todo el país lucharon por hacerse un hueco en los tronos de los respectivos videojuegos escogidos para la ocasión, y la emoción ha sido el ingrediente clave de cada match.

Nos podemos quedar con el papel descomunal de los nombres propios de los campeonísimos de la velada, y lo haremos, pero descuidar la noticia importante del evento es peligroso e injusto: el eSport interesa cada vez más en España, y si revisamos los datos de la primera Final Cup con los de la cuarta, la estadística nos da la razón. ¿Cuándo ha cambiado tanto todo? ¿Cuándo tanta gente se interesó tanto por el League of Legends o Call of Duty y abarrotó un pabellón hasta el punto de impedir la entrada de otros espectadores durante varias horas? ¿Quién podía imaginar colas de dos horas por ver a otros jugar a videojuegos? Estamos en un momento dulce, os lo aseguro.

Es maravilloso lo plural y amplio que es el fenómeno. Cada vez más gente se da cuenta de ello, y entre los sorprendidos estaba el siempre querido Sergi Mas, comunicador y humorista famoso por sus trabajos con mitos como Alfonso Arús, Buenafente o recientemente en La Sexta con Florentino Fernández. Mas acompañaba a un familiar seguidor de League of Legends. La sangre perica tira, y al preguntarle por su opinión sobre el evento quedó encantado por su público, su organización y pasión. Dudo que necesitemos para algo a la televisión en nuestro idílico futuro, pero es interesante ver a uno de sus protagonistas ensimismados por un evento que podemos considerar nuestro, del jugador de videojuegos.

Mientras tanto, el paleto y la paleta de turna, dispuesto a echar por tierra cualquier elemento que pueda innovar o agradar a un amplio espectro de usuarios alejados de la caja tonta o entretenimientos más tradicionales puede pensar que es un asunto de frikis o cualquier palabra tonta y malsonante que se les ocurra, pero dudo que existan muchos acontecimientos actuales pueda vacilar de ser tan jóvenes, libres, tener tanto futuro y ser tan plurales en cuanto al sexo de sus seguidores. Es mi segunda Final Cup como periodista (y árbitro, por cierto), pero tras el nuevo capítulo escrito por la LVP sé tres cosas: no será la última, irá a más y estoy muy enamorado y contento de lo que ha sido, es y será la competición electrónica de videojuegos.

La percepción de un servidor sobre la magnitud de la Final Cup 4 podría servir para escribir un libro, pero para no aburriros os diré que lo capital es que la competición suma adeptos, y que la dulzura de saber que no dependemos de absolutamente nadie para crecer debería darnos alas para pensar que somos los que mandamos en el futuro del eSport, que no es nuevo, pero está todavía en estado embrionario. Un carro al que muchos se subirán deprisa y corriendo en el futuro para dar el empujón definitivo hacia la aceptación social, pero hasta que lleguemos a ella sigamos disfrutando del espectáculo: somos niños con zapatos nuevos.