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Hoy he pagado a una chica para que juegue conmigo a Overwatch

Mujeres de compañía
Por Kysucuac

Hoy he pagado a una chica para que juegue conmigo a Overwatch. Podría haber pagado y jugado con un hombre, pero elegí a una chica. Probablemente por su foto de perfil. Elegir a una chica me reporta mayores beneficios. Puedo decirle guarradas y hasta podría acabar teniendo sexo con ella. Si ponen ese tipo de fotos de avatar es que lo van buscando.

 

No son profesionales. No son personas ofreciendo su nivel, su habilidad, su conocimiento, como un servicio. Son chicas de compañía. Tienen tetas, algunas visten con poca ropa y dejan adivinar sus atributos en las fotos. Ellas adoptan posturas sensuales para nosotros. Debería gustarles que las cosifiquen, ¿no?

 

No.

 

La plataforma Fiverr sirve para realizar un intercambio. Son muchos los artistas y trabajadores que ofrecen sus servicios a cambio de, cómo no, dinero. Que con el boom de los eSports encontremos a buenos jugadores y jugadoras ofreciendo sus habilidades para entrenar a otros o ayudarles a subir de rango no debería sorprendernos. Y si lo hiciera, debería ser para bien.



La noticia que había que dar era muy sencilla: jugadores (tanto chicos como chicas) de Overwatch se ofrecen para jugar contigo a cambio de dinero. Sin embargo, la noticia que ha llegado más lejos tiene un sabor mucho más sensacionalista, un sabor que se adhiere a nuestra garganta, y no parece que eso nos disguste:

 

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Chicas de compañía

Yo misma publiqué la noticia en uno de los medios con los que colaboro, y el enfoque fue muy diferente a lo que ahora encuentro por las redes sociales. Muchos se hacen eco de una práctica que realmente no es la que podemos ver, que no tiene nada en común con la realidad. Nos están vendiendo la imagen de unas chicas de compañía, chicas que parecen tener una cita contigo a través de Overwatch. Y esto no es más que una estúpida mentira.


Los mismos medios de comunicación que disfrazan esta práctica como un acto “impuro” son aquellos que llenan programas de televisión de mujeres sin nombre y sin ropa. Los mismos que nos llaman guarras cuando nos ven jugando a Overwatch por dinero son los mismos primates que se ríen cuando Pablo Motos saca chicas en bikini en El Hormiguero. Los mismos jugadores que nos llaman putas, que nos dicen que no sabemos jugar, que nos hacen un examen para descubrir si somos “true-gamer-girl”, son los que ahora se hacen pajas pensando en aquellas jugadoras a las que les toca aguantar comentarios fuera de lugar.



Si jugamos y buscamos trabajo en ello, no es para tu disfrute personal. Si llevamos poca ropa, no es para que tengas vía libre, tú y tus comentarios de simio en celo. Jugamos como los hombres juegan, pero las que salimos en las noticias somos nosotras. Esto no es una cita, es una alternativa al trabajo convencional, es una forma de buscarse la vida como otra cualquiera, no la oportunidad perfecta para que le tires fichas a una chica.


Pero no pasa nada. Seguiréis pensando que el feminismo hace mucho que no es necesario, que ya no hay machismo ni en videojuegos ni en eSports porque todos sabemos que las chicas también juegan. ¡Si hasta hay profesionales! Pero no es cierto. Porque para vosotros seguiremos jugando para llamar vuestra atención, una necesidad que devoramos, hambrientas, porque es lo único que nos llena en esta vida: que nos hagáis casito y nos digáis obscenidades mientras jugamos.



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