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Hitman 3 y Resident Evil Remake me reconcilian con las aventuras gráficas, aunque sea por casualidad

Reglas rígidas, corazón de piedra
Por Adrián Suárez Mouriño

“Si te has enfadado con las aventuras gráficas, tienes que jugar a Hitman III y regresar a Resident Evil Remake.” Dicho así parece una tontería. Hitman III no es una aventura gráfica. Es un juego de sigilo, infiltración y acción. Resident Evil Remake tampoco lo es. Es un título de terror, zombis y muchos tiros, ¿verdad? Pero en ambos títulos está el ADN de las aventuras gráficas. 

 

Por eso me gusta tanto Resident Evil Remake. Las aventuras gráficas son videojuegos con unas reglas de juego especialmente hostiles. Se ven obligadas a limitar al máximo la interacción con el entorno para que funcione aquello de “usa este objeto en este píxel”. Eso se nota en estos dos juegos, y este corsé jugable se hace especialmente palpable cuando la calidad gráfica es rica. Con gráficos pixelados no te parece tan raro no poder tocarlo todo, pero cuando todo se ven tan bien...

 

 

En Hitman III es un canteo que tu señor, tan bien definido y que recorre espacios tan bonitos, no pueda recoger todo lo que le da la gana. También es rarísimo que no puedas abrir una puerta a balazos en Resident Evil Remake. Pero esas dos cuestiones acaban absorbidas por el tono de la aventura. El agente 47 es como un robot, un profesional que solo toca lo que va a usar. Por otro lado, Resident Evil se viste de aventura de serie B con un guion malo en el que esas incoherencias pueden llegar a tener sentido. Y así, os dos, explican sin explicar por qué sus héroes limitan tanto sus acciones.

 

La cosa es que estos dos aciertos, esta conexión con las aventuras gráficas clásicas, ese gusto por el uso del objeto, por las reglas de juego rígidas o por las limitaciones chorra que tienen efecto en la ambientación, son sin querer. He leído muchas entrevistas de Shinki Mikami, y en ningún caso habla de que le gusten las aventuras gráficas; más bien al contrario Y lo mismo ocurre con el caso de los desarrolladores de Hitman.

 

Pero, pese a ello, jugar a estos dos juegos me gusta por lo mucho de aventura gráfica que tienen. Y abren una puerta que tampoco se ha abierto nunca a propósito. Nadie ha dicho: “quiero hacer una aventura gráfica moderna, tan rígida como las de antes, pero que esa rigidez me ofrezca valor en el tono del personaje o en el tono de la tragedia que cuento”. Simplemente, ha ocurrido por casualidad.

 

De hecho, los tramos que más me gustan de Resident Evil Remake son en los que entras en una habitación en la que no hay nadie, en la que no hay enemigos, en la que nadie te puede tocar, en la que solo puedes mirar, coger un objeto y pensar: “y este objeto, ¿en qué píxel se usará?”


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