Hambre de cuentos videojueguiles
Los cuentos tienen una narrativa propia y fantástica, una apoyada en las propias reglas de cada relato. Si a una tortuga le da por hablar, pues habla. Si un príncipe es capaz de trepar por una torre, ayudado únicamente por el pelo de su amada, pues trepa. A nadie se le ocurre opinar que la princesa tendría que tener un cuello más hinchado que el de Fernando Alonso. En los videojuegos ocurre algo similar: si nos dicen que pisando un pollo salido de un contenedor de basura nos curamos, pues así es. Si un erizo azul es capaz de almacenar más de cien anillos en su rincón especial, pues puede. No hay problema.
Este nexo de unión hace que cuentos y videojuegos sean tan buenos compañeros de cama. En los dos, las reglas imposibles de explicar no lo son tanto, se sobrentiende que es una especie de metaverso, un lugar particular donde la gravedad funciona cómo al autor mejor le convenga. Es gracias a esto que géneros como las aventuras gráficas funcionen muy bien. En ellas hay más reglas que en todo el resto de los géneros juntos. No se puede disparar en muchas, en otras no se puede ni correr... pero al ser su fin desarrollar una historia, los “puedo” y “no puedo” se aceptan sin chistar, más cuando la trama a desgranar es un cuento. Quizás el motivo por el que Machinarium se disfruta tantísimo.
Hay un hito en lo que el cuento puede llegar a aportar en su maridaje con el videojuego, y tiene un nombre: Kingdom Hearts. Que su rehecho haya conseguido colarse en el segundo puesto de los más vendidos en Uk esta semana, dice mucho, más si comprendemos las difíciles fechas en las que nos encontramos. Los jugones queremos estos relatos bonitos.
El título de Square Enix ha unido dos mundos muy distantes entre ellos, el de Final Fantasy y el de Disney con el hilo con el que se tejen los cuentos. Hay un momento a destacar, aquel en el que Riku está con Pinocho y se encuentra con Sora. Riku reclama para sí a Pinocho ya que éste, pese a ser un muñeco, tiene un corazón. Fundamental para salvar a la chica del cuento. Kingdom Hearts se compone de este tipo de sutilezas, manteniendo una excepcional cordura, incluso en los tramos finales. Con esta narrativa de fábulas y relatos, explica la separación de los mundos, las motivaciones de los personajes y esa inquietante y descorazonadora despedida. La más triste del mundo de los videojuegos.
La narrativa de los cuentos tiene de bueno el “Todo vale”, pero también lo tiene de malo. Si estiramos de más la cuenta, si insistimos en una idea, profundizando en ella, escarbando hasta lo más hondo de su fundamento ¿qué sucede al final? Pues ocurre Kingdom Hearts 2 y siguientes. Los cuentos de oscuridad, corazones, caras ocultas de las personas, etc, etc, son muy populares por tierras japonesas, pero nunca puede dejar de ser un relato sencillo. Eso lo sabe hasta Star Wars, que la cagó con los midiclorianos. No es necesario explicarlo todo. En ese sentido, Ni no Kuni es mucho más sensato, controlando la escala de su explicación. Viviremos, por fortuna, muchos más cuentos en nuestras consolas y los podremos disfrutar mientras ellos también sean plenamente conscientes de lo que realmente son.
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