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Hablemos de credibilidad

¿Qué estándares miden a los youtubers?
Por Dayo

Seguimos con YouTube. Because why the fuck not. Hoy he leído un artículo en GamesIndustry International hablando sobre cómo los recientes descubrimientos de que a ciertos youtubers les pagan (algo que, sinceramente, me sigue sorprendiendo que sorprendieran a nadie) suponen una gran pérdida de credibilidad para  ellos. Yo lo que pregunto al mismo tiempo es: “¿Tenían alguna en primer lugar?”

 

Bueno, no sé por qué hablo en tercera persona si yo también soy una de esas extrañas criaturas que se arrastran entre esa serie de tubos que compone internet. Quizá no tenga un público de seis cifras o más, pero cada persona que mira mis vídeos cuenta y todos muestran un gran apoyo. Un comentario muy habitual que veo, de hecho, es cómo yo ofrezco “análisis objetivos” muy por encima de la archicorrupta prensa del videojuego. Ya sabéis cuál, ese pozo mugriento de ratas que halagan a los estudios y sus malas prácticas con tal de conseguir unas pocas monedas.

 

Salvo que no es exactamente así.

 

Junto a “político” o “banquero”, creo que uno de los insultos más desagradables que puedes proferir es “periodista de videojuegos”. La prensa especializada tiene una imagen terrible y, viendo lo que se escribe y se ha escrito, en ocasiones no me extraña tanto. Tenemos mucho por lo que compensar y mucho que demostrar después de esa desagradable imagen protagonizada por Geoff Keighley (también conocido como el Papa de los Doritos). No voy a negar que haya vendidos en la prensa porque hay de todo en todas partes, pero la mayoría son profesionales con muchos conocimientos y mucha experiencia. El problema viene de la tradición y las prácticas. La práctica de hacer análisis funcionales. La práctica de poner notas por apartados. La práctica de convertir en noticia el anuncio de una edición coleccionista. La práctica de hablar como si todo fuese genial. Y la gente recuerda: Internet es una bestia con una memoria prodigiosa y no dudará en restregarte cada metedura de pata. La prensa está cambiando, aunque de forma irregular, pero el público está tan acostumbrado a ver sus malas prácticas que sólo se centran en desvirtuar sus esfuerzos.

 

Aquí es donde entra el youtuber. Muchos parecen historias de película: chavales que venían de ninguna parte y que de pronto se han vuelto famosos haciendo lo que más les gusta. Remitiéndome al ejemplo más clásico porque soy así de original, ElRubius se hizo famoso lanzando flechipollas a los guardias de Carrera Blanca y dibujando penes a tiros en Battlefield 3 porque es lo que le divertía. Era alguien disfrutando sin filtros: simplemente jugando y grabándose mientras se lo pasaba bien. A eso es lo que acude la gente cuando mira la mayoría de vídeos gameplay. Y si lo está jugando es porque le divierte y lo quiere compartir con el resto del mundo ¿verdad? Pero si de pronto le pagan por jugar a, digamos, Assassin’s Creed Unity mientras grita y apuñala al “señor guardia” ¿cómo de honesta es esa diversión?

 

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No parece precisamente serio

 

Sin embargo, aquí creo que se malinterpreta su papel al ponérseles a la altura de los periodistas. En esto apoyo a todas esas voces que claman cómo esos youtubers son herramientas promocionales, porque es lo que creo honestamente. No hay interés crítico, no se detienen a pensar. No porque sean tontos, sino porque ellos están aquí para pasar un buen rato y la gran mayoría de los juegos AAA están diseñados para hacerte pasar un buen rato ¿qué puede salir mal?

 

Por supuesto cabría discutir el que estos youtubers mueven audiencias de millones y hay cientos de miles de personas que saltarán a un juego sólo porque su youtuber favorito se ha pasado media hora gritando mientras hacía el idiota con él, pero aquí vuelvo a acudir a la argumentación del patrocinio de mi anterior artículo: no dista tanto de esa gente que se compra un perfume porque Beckham aparezca en su gloriosa y curtida belleza varonil protagonizando un anuncio. Quizá la diferencia sea que Beckham era futbolista y ElRubius se dedica a lo que promociona (jugar videojuegos), pero aquí una vez más me remito al hecho de que esto podría solucionarse si el vídeo abriese con él sosteniendo un fajo de billetes mientras dice: “¿Veis esto? Me lo han dado los de [insertar nombre de compañía]”. Y luego que cada cual concluya lo que le venga en gana.

 

La credibilidad es algo más profundo que simplemente seguir a alguien y comprar lo que él se compra. Eso es otra cosa: es fanatismo, es devoción. La credibilidad es algo más profundo, es algo que se gana con el tiempo. Es creer en alguien, es tener en cuenta lo que dice, pensar que hace algo porque sigue un código. La credibilidad es algo que pertenece a la prensa y se ha perdido porque se ha roto precisamente ese código, y es algo que debemos recuperar, que estamos recuperando. Pero los youtubers que dominan el mercado, los que hacen gameplays por hacer gameplays y por pasar el rato, no tienen ese tipo de credibilidad.

 

Realmente me extraña que haya alguien sorprendido por este hecho, porque paguen a esos youtubers. Tengo la sensación de que esto ha abierto los ojos a muchos y ha dejado claro cuál es la función de cada uno, como si hasta entonces permaneciesen en una suerte de limbo donde todas las barreras se difuminan. Parece que de pronto se han dado cuenta de su rol. Youtubers como TotalBiscuit, que tienen un contenido más basado en la opinión y en su propio criterio, se miden en base a esa credibilidad y, por tanto, son ellos quienes deberían verse afectados al cobrar por dar una opinión determinada o cubrir un juego por encima de otro. Pero no creo que nadie se acerque a Vegetta777 y le llame “vendido” por opinar algo sobre el juego X. Los youtubers de let’s play, los que juegan por jugar, no se miden por esos estándares porque da igual lo que digan: están ahí para entretener a su público. Y si te pagan por jugar y sigues cumpliendo tu función, que es divertirles, mientras dejes claro qué es lo que haces no le veo tanto problema.


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