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Guitar Hero 7, historia de un desamor

Lo que pudo fracasar y no fracasó
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Han salido a la luz detalles del que iba a ser Guitar Hero 7, la habitual entrega de la saga musical de Activision hasta que la firma decidió cerrar el grifo de la financiación. Los detalles son más que curiosos.

 

El desarrollo había caído en manos de Vicarious Visions, al que Neversoft había cedido el testigo, y pretendía una vuelta a los orígenes junto a una ligera revolución en la concepción del título. En otras palabras, Guitar Hero 7 quería ser un juego que se centrara en la guitarra y dejara de lado todo lo relativo al concepto de grupo de rock y en este nuevo enfoque proponía un nuevo periférico: una guitarra con seis cuerdas.

 

Pero, ojo, porque la guitarra tenía truco y esas seis cuerdas solo estaban en la parte inferior del instrumento, no el mástil. Parecida a la guitarra semi profesional de Rock Band 3, era una jugada a medio camino entre el instrumento de plastiquete de toda la vida y la guitarra de verdad que se cascaron en Harmonix y que, por lo que explica una fuente cercana al desarrollo, convirtió al periférico en un mando "carísimo" con unas cuerdas que ni siquiera respondían como deberían.

 

Periféricos de Rock Band 3

 

A todo esto hay que unir una selección musical que por lo visto era un auténtico desastre y un apartado gráfico en el que solo había dos, ¡dos!, escenarios. Visto lo visto, no nos extraña nada que el encargado de autorizar el desarrollo del juego decidiera pararlo. El videojuego musical había tocado fondo en un abrir y cerrar de ojos después de haberlo petado en años anteriores.

 

Lo que la cancelación de Guitar Hero 7 demuestra, y refuerza el moderado éxito crítico de Rocksmith, es que el juego musical tiene espacio, tiene un nicho de consumidores y tendrá vigencia mientras haya estudios dispuestos a dar material a los muchos seguidores que tiene. También es muy cierto que tanto la fórmula de Harmonix como la de Neversoft estaba dando muestras de flaqueza y que Ubisoft, con su Rocksmith, se ha encargado de apuntar en la dirección correcta.

 

Porque si bien hay mucho casual que veía a Guitar Hero / Rock Band como títulos en los que echar un rato, otro tanto por ciento de compradores eran músicos de boquilla que esperaban poder dar rienda suelta a su pasión aunque fuera con instrumentos de plástico. La falta de un aprendizaje real, la imposibilidad de salirte de los cauces establecidos por el juego y el encorsetamiento de unos títulos que deberían estimular la creatividad por parte de los usuarios mataron al género.

 

Está claro que no se puede sacar un título cada dos años con unos periféricos que cuestan un ojo de la cara, pero Rocksmith demuestra que existe un público que sigue pendiente del videojuego musical y que confía en el mismo ya sea para tocar cuatro temas en un momento libre o para mejorar y perfeccionar su técnica.


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