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GTA 5, una libertad que traspasa su mundo

Reglas ya conocidas se funden con otras nuevas
Por Adrián Suárez Mouriño

Un videojuego de mundo abierto, en realidad, presenta el más cerrado de los mundos. Muchas opciones, pero limitadísimas. Un videojuego sabio tiene que saber esconder con cariño las mentiras de su gran mundo pequeño, ayudando así al jugador a sumergirse en unas nuevas reglas que desconoce. En New Vegas podemos comer y beber, pero sólo cómo nos indica el juego, podemos coger de todo, pero no un adoquín para lanzárselo a un supermutante. En GTA podemos correr por la ciudad, pero no entrar en ningún portal. En L.A. Noire... Bueno, en L.A. Noire podemos subirnos a un coche. Al meternos en estos mundos somos bebés. La única forma de saber cómo funciona un enchufe es meter los dedos en él, a ver qué pasa ¿Cuántas veces os habéis dejado caer de un tejado pensando “En este título habrá daño por caída. Uy, sí.”

 

Por fortuna, con el avance de la tecnología, estas preguntas se esfuman porque están más claras a simple vista, hay más realidad y nuestra mente asume más rápido la nueva verdad. GTA 5 es un monstruo en este sentido. A medida que Rockstar cuenta con más herramientas rellena todas las preguntas que nos podemos hacer sobre lo que se puede o no hacer con minijuegos, misiones alternativas y demás florituras. También ayuda, y mucho, que a lo largo de cinco entregas y demás spin-off´s hayamos acabado absorbiendo la moralidad del título, transformándonos en un miembro más del retorcido, humanamente grotescto y sensacional universo de GTA. Llegamos al título con menos dudas que nunca, con ganas de revisitar una ciudad que ya conocemos, pero donde todo es a la vez nuevo.

 

grand theft auto v michael

¿Y si disparo a ese cami..? ¡Explota! Chachi.

 

Lo inmersivo de estos mundos, no llega tanto por su extensión, sino por lo desconocido que resultan, despertando la curiosidad de uno por ver hasta donde se puede llegar. Como un Spiderman que intenta averiguar cómo lanzar sus telarañas. ¿Pero qué sucede cuando queremos pretender un grado tal de inmersión sin separar tanto las fronteras del juego? Para eso están los menús. En un juego de rol, muchas veces, no hay tanto por recorrer, pero las variables a toquetear en los menús suplen ese defecto.

 

Los menús son una realidad alternativa, son las preguntas y las respuestas, son el lenguaje con el que le hablamos al título. Por supuesto, la calidad de las cuestiones que podemos plantear señala lo potente que es el juego. Como ejemplo, cabe mencionar al fantástico Vagrant Story de PSOne y que ahora tenéis por menos de lo que vale una copa en la PSN. Vagrant Story es un título precioso, pero de caminos cortos y estrechos. Pese a dar cierta libertad, ésta se produce en los menús, sus normas se deciden ahí a través de un fascinante sistema de armas.

 

Si en un sandbox  te preguntas "¿por qué no puedo abrir esa puerta?" En el juego de Square Enix eso se cambia por" ¿por qué si esta arma le quitaba un montón a este enemigo a este otro apenas le resta vida?" Dos preguntas iguales porque te atrapan en las particulares reglas de cada uno.

 

Gloria bendita que jugar en Vita

 

En Vagrant Story, las armas están “vivas”. Aprenden con cada golpe y se acostumbran a impactar en un determinado tipo de carne. Si le pegas a muchas bestias, el daño que le hará a éstas aumentará en detrimento del que realizará sobre los fantasmas. Todo solucionado mediante la siempre agradable profundidad que aportan los menús.

 

Y ahora llegan los de Rockstar y además de plantearnos preguntas interesantes con su gran mundo, se curran un maravilloso menú con stats con los que jugar, añadiendo nuevas y geniales variables que van más allá de lo que exige a un sandbox. Nuevas preguntas, nuevas respuestas. Lo dicho, un monstruo. Eso es GTA V, un título en el que no parar de meter los dedos en el enchufe. A ver qué pasa.


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