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Fist of the North Star 2 y otras tortas multitudinarias

Aunque la mona se vista de Musou
Por Raúl Rosso

No les voy a engañar, soy un gran aficionado de las galletas con la mano vuelta que pega Kenshiro desde que a principios de los 90 llegara al videoclub de mi barrio la adaptación en forma de película de dos horas del manganime Hokuto No Ken bajo el sello de Manga Films. Y por eso, ya sea bueo o malo, me suelo interesar bastante por los productos derivados de la marca, véase el caso de la saga Ken’s Rage.

 

El nombre japonés incluye en su denominación el apellido Musou, sambenito que ya desgranó el compañero Víctor Junquera en las palabras que le dedicó a One Piece Pirate Warriors, también miembro de este subgénero que los estudios Koei y Omega Force se sacó de la manga a raíz de la saga Dinasty Warriors y sus incontables revisiones y spin-offs: Ya saben, beat em’up tridimensional en el que la diferencia de poder entre los personajes que controlamos y los enemigos es tan abismal que permite combatir contra estos aunque sean multitud. Y poco más, dolores de túnel carpiano del incesante aporreo de botones.

 

Acaba de anunciarse que el juego llegará a Japón el 20 de diciembre para Playstation 3, Xbox 360 y PC, y posiblemente pocos meses después lo veamos por aquí del mismo modo que su antecesor, con el que por cierto hay tan pocas diferencias que casi no se hace muy excusable la existencia de una secuela más allá de algunas pinceladas argumentales. Mientras que el primer juego abarca los primeros tomos del manga hasta el enfrentamiento final de Kenshiro contra su archienemigo Raoh, este se centrará en el segundo gran arco argumental que tiene lugar varios años después.

 

 

A los orientales les debe encantar la fórmula dada la cantidad de Musou que existen dada la cantidad de Warriors Orochi, Dinasty Warriors o variantes alocada como las mencionadas de Hokuto No ken, One piece o incluso Gundam, amén de otros estudios que han querido subirse al carro de la moda con los años, como los Sengoku Basara de Capcom, o el intento de Microsoft por conquistar al público japonés con Ninety-Nine Nights. Aquí nos llega casi todo, pero desfilan por las estanterías casi por compromiso.

 

¿Pero saben lo peor de todo? Que le primer Ken’s Rage me encantó y le dediqué bastantes horas desbloqueando a personajes y jugando los diferentes arcos argumentales. Y les puedo asegurar que no soy muy amigo de las experiencias repetitivas rescatadas de los hábitos de juego orientales, pero no sé si será por el ra-ta-ta de Kenshiro o la inconmensurable sensación de poderío a los mandos que emanan estos juegos que espero ansiosamente esta secuela. Tanto renegar para nada.


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