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Final Fantasy XV y sus preciosos e impactantes escenarios

Un motivo más para amarlo
Por Rafa del Río

Sigo profundamente enamorado de Final Fantasy XV. Llevo jugando la friolera de 89 horas y, aún así, apenas hace un día y medio que finalmente abandoné Duscae y viajé por primera vez a Altissia, una ciudad a caballo entre Venecia y París con algunos toques de Roma y de la Alsacia que se ha convertido, desde ya y por méritos propios, en el escenario más bello, evocador e interesante que he disfrutado nunca en un videojuego

 

El trazado de las vías de Altissia, la arquitectura fiorentina, las formas en las que el agua rodea hasta el último de sus rincones y el nivel de detalle que cubre hasta el último centímetro de la ciudad es sobrecogedor. Más cuando comenzamos a explorar sus callejuelas y escaleras, visitamos sus escondites desde el agua o tomamos una góndola en un estrecho canal en las alturas para contemplar todos los niveles imposibles de la imposible ciudad a vista de pájaro. 

 

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Un trabajo impecable

Final Fantasy XV tiene clara su vocación de videojuego, y como tal nos presenta su historia en una serie de cómodos paquetes visuales cuya primera misión es sorprender y gratificar al usuario con lo imposible creado a través de los cotidiano, con una serie de formas y siluetas que juegan con la luz y con los efectos climáticos para metamorfosearse a nuestros ojo según la hora del día o de la noche. 

 

La forma en la que Final Fantasy XV parte de lo que conocemos para plasmar lo irreal, lo imposible, lo onírico, es pasmosa y de disfrute. Juega con las dimensiones para ofrecer puentes mosntruosos en medio de la nada del desierto a alturas casi ridículas desde la que el inmenso mar se perfila a lo lejos. Se recrea con el imposible de una corteza terrestre que se retuerce en una agonía imposible y eterna en islas lejanas, meteoritos misteriosos y arcos surgidos de los sueños de Salvador Dalí.

 

Y cuando ya todo parece seguro, cuando creees que te has acostumbrado a las llanuras inmensas de Duscae, al paraje tropical de su embarcadero y a las zonas boscosas de las marismas, llega Altissia y te hace caer del burro del 'me aburro' con un escenario completamente nuevo junto a nuevas normas de juego y nuevas entregas de su apasionante historia. 

 

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Una sorpresa tras otra

Final Fantasy XV juega con la potencia de sus escenarios y situaciones para sorprender al jugador y darle tensión cuando éste ya se ha cansado de submisiones y cacerías, logrando que los usuarios recuperen el amor por el juego y su interés en la historia cuando la cosa empieza a flojear entre encargos. Desde la llegada al garaje de Cid y Cindy todo es así, una secuencia de subidones viajeros y parajes conmovedores que no pueden menos que impresionar gracias a esa forma de jugar con lo conocido desde un primas imposible. 

 

La llegada a Lestallia es aún mejor que la primera hora fuera del castillo, pero un nada si la comparamos con el descubrimiento del faro o la visita al lago que nos ha sido velado durante horas. Cuando ya crees que el juego te ha enganchado y le has pillado el ritmo, llega el viaje a Altissia, un regalo si, como yo, has estado aguantando con submisiones y cacerías para no gastar el juego en 40 horas, y entonces pasa lo que pasa con Leviathan, un momento épico, y abandonas Altissia en un viaje que te lleva al Imperio con sus nuevos escenarios enormes y una jornada en tren que refleja a la perfección el momento por el que pasan los personajes.

 

Final Fantasy XV es un juego tremendamente inteligente con un diseño que no le va a la zaga y que refleja la actitud y el humor de los muchachos en su aventuras. Sorprende, enamora, impresiona, y se queda en tu retina, grabado a fuego en la memoria y el alma como uno de esos títulos que recordarás dentro de años, cuando veas a tus hijos con una camiseta de Final fantasy XXIII o cosplayándose de la nueva encarnación de Cid para el próximo salón del manga.

 

¡Nos leemos!


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