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Far Cry 3: Blood Dragon y el amor indecente

Lo mejor del Gold de noviembre
Por Julián Plaza

Uno de los detonantes del amor/odio hacia el cine de acción ochentero es su incapacidad para tomarse en serio. La mejor intro de Los Simpsons de este año lo define mejor que yo: apodos con gancho, tonalidades fluorescentes, filtro VHS (causales por aquél entonces), referencias a la electrónica y mucho, mucho humor absurdo. Todo ello dio a luz a un subgénero que sigue bien vivo con pelis como Kung Fury, uno que hace tres años asomó la cabeza en el videojuego con Far Cry 3: Blood Dragon.


El caso es que este noviembre lo tenéis disponible para Xbox 360 con el Live Gold. Si no lo habéis probado, deberíais. Especialmente si sentís que se os remueve algo por dentro tras leer el primer párrafo, aunque es perfectamente disfrutable de no ser así y os puede servir de entrada hacia un mundo que, quizás, no conozcáis. El juego es un festival de fuegos artificiales gamberro, esperpéntico y casposo en algunos momentos. Todo, evidentemente, pasa por el filtro autoconsciente de querer homenajear una época, con sus pros y sus contras.


La banda sonora, obra de Power Globe, es de diez

 

Jugar a Far Cry 3: Blood Dragon es asistir desde el primer minuto a un desfile incesante de chistes y situaciones pasadas de rosca. Ahí está su gracia. Desde uno de los mejores tutoriales que nos ha dejado la industria estos últimos años, pasando por unos villanos salidos del armario de Daft Punk,  hasta un sistema de seguridad que mata a sus vigilantes por error. Todo apela a un momento en que el cine empezó a reírse de sus propios mitos, con películas como Demolition Man (noventera, pero dentro del mismo estilo), Gremlins y subgéneros como la serie Z de la que destacaría la filmografía de Troma Entertainment.


Lo curioso del juego es que el equipo que se encargó de desarrollarlo también se sorprendió al ver que Ubisoft le daba luz verde al proyecto. Eran tiempos donde los galos apostaron por otros revestimientos dentro de un mismo juego, como en La Tiranía del Rey Washington en Assassin’s Creed 3. Rex Colt, el protagonista de esta historia completable en unas cinco horas -yendo al grano-, es el héroe cliché por antonomasia: no tiene profundidad, cuenta con un repertorio de frases recurrentes digno de un humorista y se enfrenta a villanos que buscan dominar el mundo.


blood dragon

Dinosaurios a mí

 

Lejos de querer ser una carcasa vacía, Blood Dragon me enamoró porque me ofreció varias de las misiones de acción más divertidas y cómicas de los últimos años. Nunca sabe ser comedido. Tiene la suerte de apoyarse en las sólidas mecánicas de Far Cry 3, cuando todavía no habían sido explotadas con dos juegos más aunque uno intentase ser distinto pasando a lo primitivo. Encontró su particular nicho de jugadores y desde Ubisoft trataron de darle una segunda vida pasando su secuela a la serie Trials, pero en mi opinión se ha perdido la magia por el camino.


Es un producto que recurre a la nostalgia, y uno de los pocos que lo han hecho bien. Apartad a un lado el sistema de progresión del tercer Far Cry y su afán por la supervivencia y dejaos llevar por un mundo con dinosaurios que escupen rayos láser, tortugas radioactivas que comen pizza y momentos épicos a la par que cómicos. El toque cutre y añejo de la época del VHS tiene algo romántico que hasta en From Software han sabido ver: no quiere ser bueno, por eso lo es.



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