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Faltan palabras para definir sentimientos a los mandos de nuestros juegos favoritos

La felhypidad de Tonichan
Por Toni Piedrabuena

El siempre brillante Luis Piedrahita tiene una sección curiosa en La Ventana del intachable Carles Francino: consiste en poner nombre a cosas que no lo tienen. ¿Sabéis ese ambientador que no ambienta? ¿Esa especie de tufo que atufa lo que ya de por sí es puro tufo? ¿Ese olor a sanitario portátil con extraña fragancia a fresa, hez y orina? Eso no tiene nombre hasta que Piedrahita se lo encontró: Ambientehedor. ¿Reconocéis el gesto de sacar la cartera para pagar algo que sabes que, por circunstancias X, no vas a pagar? Tampoco tiene nombre. Ahora sí: pagonear.

 

Menospreciamos la felicidad que sentimos a la hora de jugar a nuestros juegos favoritos si no encontramos pronto una palabra para definir a un momento concreto por el que pasamos todos los usuarios. Mi caso: han pasado muchos años desde Guilty Gear Accent Core, el último Guilty Gear que me tomé en serio, al que tuve tiempo de dedicarle horas y romperme los dedos en él, y la enorme alegría que supuso para un servidor el cargar Xrd ayer en mi nueva y flamante PlayStation 4... es difícil de explicar. Qué maravilla. Qué juego. Qué arte. Qué de todo.

 

Apenas pude jugar tres horas ayer, pero quedé absolutamente prendado de él. Ya tuve ocasión de jugarlo antes del análisis de Arcadia Gamers, pero no es lo mismo tenerlo en tu casa que echar un rato con un colega. La cuestión es que la felicidad que me embarcaba cuando comenzó el primer combate en línea fue mágico. Creo que no exagero si os digo que es una sensación que me pasa, a lo sumo, cinco o seis veces por generación. Un momento especial en el que sabes que has esperado mucho por un título en concreto y que por fin está en tu casa.

 

Pero no se trata de esperar de verlo en el E3 y pensar 'oh, qué jueguico me voy a meter en la consolica', no, se trata de un deseo casi obsceno por el propio juego. Prácticamente sexual. Asqueroso, repugnante y sucio, pero placentero. Me paro a pensar en la generación pasada y se me ocurren muy pocos ejemplos en los que me embargase tal cantidad de felicidad en mi pechín: se me ocurre Street Fighter IV, Metal Gear Solid 4, Gears of War y Halo 3, pero creo que no tuve sensaciones así con otros juegos en Xbox 360, PlayStation 3 y Wii.

 

En la presente generación creo que solo he vibrado así con Titanfall. No significa que después no disfrutase más de otros juegos que los arriba nombrados, pero esa sensación que os describo no tiene nombre y es una injusticia. Yo la llamaría felhypidad, y fonéticamente sonaría como “felaipidad”. ¿Habéis sentido esa felhypidad últimamente? ¿Con qué juegos han sido? Francamente, no sé si la palabra que me he inventado es la correcta, os invito a cambiarla si lo consideráis adecuado. No soy Piedrahita, soy Piedrabuena, para bien y para mal.


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