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Fallout 76 y Red Dead Redemption 2: dos formas de contar una gran historia

Al César lo que es del César
Por Rafa del Río

Decía mi madre -y seguramente lo siga diciendo, esta noche le pregunto cuando la llame a ver qué tal el día- que las comparaciones son odiosas. Mirando las ventas, comparar Fallout 76 con Red Dead Redemption 2 puede parecer más de chiste que odioso, pero como digo en el subtítulo, al César lo que es del César: hay que reconocer los méritos de cada uno y aplaudir, incluso al rival vencido, lo que hace mejor que el vencedor. Red Dead Redemption 2 es, a todas luces, un gran juego. Potente, visualmente exquisito, con una historia más que interesante y tremendamente cinematográfico. Con las aventuras de Morgan, Rockstar ha demostrado, una vez más, que a muchos les pone el cine en los videojuegos. Negar esto, por muy gafapasta que quede, es negar la realidad. 

 

Por otro lado tenemos Fallout 76, un juego que antes incluso de sus betas ya tenía la espada de Damocles sobre su cabeza por atreverse a atentar contra la propia saga al tontear con conceptos como el Open Share World de verdad. Un juego que se la jugó al meter a varios jugadores en un multijugador que a muchos no les pareció bien antes de probarlo, tal y como dejaron claro en unas impresiones y vídeos que dieron la vuelta al mundo. También Fallout 76 muestra otra falacia de nuestro mundo del videojuego, y es que si RDR 2 muestra que por mucho que digamos que no, nos ponemos contentos cuando el juego se acerca al cine, Fallout 76 demuestra que por mucho que pidamos que las sagas cambien, cuando lo hacen, nos enfadamos y la liamos por internet.

 

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Dos formas opuestas de contar la historia

Red Dead Redemption 2 y Fallout 76 comparten muchos elementos en común, pero distan mucho en la forma en que deciden contar su historia. Como Arthur Morgan, Rockstar pone ante nosotros un salvaje oeste que está siendo civilizado poco a poco y que nos sitúa como centro absoluto de todos los acontecimientos que están ocurriendo para que sintamos y vivamos de primera mano lo que ocurre a nuestro alrededor. En esa obsesión por demostrar que nuestra presencia hace mella, que formamos parte de un mundo vivo, vemos nuestros actos recogidos en periódicos, nuestros compañeros comentan las aventuras del día anterior, en los pueblos nos saludan o nos tuercen el gesto al vernos y tenemos barritas que representan nuestro progreso. 

 

Fallout 76, por el contrario, nos habla de un mundo muerto. Su historia, las miles de historias que vamos conociendo según avanzamos por West Virginia, nos hablan de una sociedad ya extinta, de sus intentos por sobrevivir, su metamorfosis y, finalmente, su extinción. En Fallout 76 no somos el centro de todo. Al contrario, somos visitantes en un mundo muerto en el que a través de holocintas, terminales, notas, grabaciones y elementos en pantalla, vamos conectando situaciones, juntando historias y formando un todo que nos ayuda a comprender lo que sucedió antes, durante y después de la caída de las bombas. Como Ender el Genocida en La Voz de los Muertos, vamos juntando pistas de personajes importantes que nos cuentan su vida más allá de su muerte, y que sirven para entender todo el jugoso lore de West Virginia en el que se juntan elementos de autores como H. P. Lovecraft, Stephen King, Philip K. Dick o Frederick Brown. 

 

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Y la misma forma de contar la historia

Curiosamente, y aunque la historia se narra de forma muy diferente y desde un prisma casi opuesto, al final Red Dead Redemption 2 y Fallout 76 terminan convergiendo en su narración compartiendo elementos comunes que hacen que sea fácil entender la similitud entre ambos títulos. Por un lado, Rockstar termina por hablarnos de un mundo rígido, inamovible, del destino obligado de unos fuera de ley que ya no tienen cabida en los nuevos Estados de la Unión, haciendo que si bien Morgan siga siendo el protagonista de su particular Show de Truman, se vea forzado por los acontecimientos, incapaz de manejar las riendas en medio de los cambios. 

 

Por su parte, Fallout 76 muta esa inevitabilidad de su mundo muerto y lo llena de vida con la presencia de los colonos, de otros jugadores que comparten su experiencia con nosotros. Los campamentos de West Virginia tal vez no tienen el mismo impacto visual y animaciones que los de Red Dead Redemption 2, pero tienen personajes reales que viven aventuras reales y en los que hay una interacción real que va más allá de los diálogos y los scripts de los forajidos. Unos forajidos que cuentan muchas historias y aventuras, pero que nunca veremos abandonar los alrededores de la lumbre a no ser que estemos en una misión. Mientras el mundo muerto que plantea Bethesda está realmente vivo, plagado de jugadores con los que compartimos aventuras y a los que es fácil ver llevar a cabo sus propios objetivos por el yermo, el mundo vivo de Red Dead Redemption 2 muestra las costuras al intentar seguir a algún compañero y descubrir que cumplen rutinas alrededor del campamento, ya que nos encontramos en medio de una actuación cerrada. 

 

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A cada uno lo suyo  

Red Dead Redemption 2 es un juegazo, un título que se disfruta a bocaditos, cocido a fuego lento, con una historia soberbia y un apartado técnico y visual sobresaliente en el que algunas cosas podrían funcionar mejor, pero cuyo resultado a nivel técnico y la firma que lleva detrás, lo ha aupado a la lista de GotY automático para muchos. Por su parte, Fallout 76 es un juegazo, un título que se disfruta a bocaditos más pequeños, cocido a fuego aún más lento, con una historia menos cinematográfica y más de literatura de ciencia ficción, de compendio de relatos que se entrelazan, con un apartado visual y técnico podría funcionar mejor, una gran comunidad y una total libertad de crítica que ha hecho que desde antes incluso de salir al mercado haya sido crucificado por muchos que ni siquiera lo han jugado. 

 

Yo entiendo, como videojugador, que cuando estás jugando a un título que llevas años esperando y te obligan a dejarlo para analizar algo tan largo como Fallout 76, hay un camino fácil y otro difícil. También entiendo, como usuario, que haya quien piense que es divertido repetir argumentos destructivos y compartir imágenes sacadas con muy mala leche para reirnos de ese juego y de esa compañía que ya tenemos etiquetada olvidando cosas como Doom, Wolfenstein, Dishonored o Prey. Lo que nunca entenderé, como profesional del medio, es que no se le dé la importancia debida a los distintos elementos de un juego, que se juzgue en base a lo fácil para dar carpetazo, campana y se acabó. Fallout 76 tiene bugs, sí, pero para mí vence en la forma de contar su historia con una comunidad unida que deja en pañales al resto de comunidades y por ser un proyecto que, si no nos lo cargamos entre chistes y bufonadas, tiene todas las cartas para terminar siendo enorme. Ojalá. ¡Nos leemos!


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