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Evolución del videojuego: ¿Hemos superado al fin el chico conoce a chica?

Estamos en ello, y ya es un avance
Por Rafa del Río

Desde que el mundo es mundo, y creedme, ha llovido mucho desde entonces, uno de los temas universales de la cultura, el ocio y las pintadas en paredes, cavernas y troncos de árboles  ha sido, Oh, el Amor. Expuesto como Eros en El Banquete de Platón y malentendido por el vulgo como el amor platónico del pagafanteo, cantado como el imposible ansiado de lo que nunca obtendremos por obra y gracia de la pluma de Gustavo Adolfo Bécquer en su resucitado Libro de los Gorriones, herramienta para la gran mentira que ocultaba la misoginia de Góngora, vehículo para la obtención de afecto en manos de Lord Byron y de esa mujer que siempre caminó Bella Como la Noche...

 

El amor ha estado presente en la literatura, el cine, el teatro, la pintura, la música y la poesía como esa constante inspiración de temas universales que acabó con la locura de juventud de esos encefalogramas planos conocidos como Romeo y Julieta. Inventó finales felices y de comer perdices sobre el cadáver de un enemigo, ya fuera más peludo que un oso polar con Gastón o más sexy que un fresón con chocolate en el caso de Maléfica. Llevó a Ulyses a vivir toda una Odisea recopilada de las leyendas populares de los aedos en manos de Homero, hizo que El Hombre Bicentenario luchara por su humanidad en la máquina de escribir de ese gran escéptico llamado Isaac Asimov, llevó a cruzar la galaxia a un octogenario enamorado una vez más de su mujer en forma de atractiva soldado clon de cuatro años de edad en La Vieja Guardia de John Scalzi, y fue la base de los primeros videojuegos y de ese tan odiado a día de hoy 'salvar a la chica de los malos' de los que ya nos ha hablado mil veces Anita Sarkeesian.

 

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Así empieza todo el malentendido

 

Oh, el amor...

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..

...

 

El amor es una chufa

Y afortunadamente los videojuegos se han dado cuenta de ello. Oh, no digo que el amor, el de verdad, el que se comparte con tus hijos, tu pareja, tus familiares y los amigos más queridos sea una chufa. No. Digo que el amor es una chufa cuando se usa en su forma más cutre y comercial como inpiración para una obra del siglo XXI. Ha llegado el momento de superar clichés, de dejar de salvar princesas, de abrir las fronteras a todas las formas y opciones de vida, y los creadores de videojuegos, que no todos son idiotas, se han dado cuenta de ello. 

 

La evolución ha sido drástica. Durante muchos años tuvimos que apechugar con el 'chico conoce a chica - malo secuestra a chica - chico rescata a chica' de Super Mario, Vigilante, Zelda o Donkey Kong. Juegos que se hacían eco de esa filosofía del 'aquí te pillo aquí te mato' de los cuentos y las fábulas Disney. Afortunadamente la cosa fue cambiando, y pronto algunos atrevidos empezaron a pensar que las chicas también estaban ahí por algo:  Turbo Girl, Game Over, Mantis, Lorna y, más moderna, Venética, nos demostraron que las chicas son guerreras y, nene, mejor no toques a mi novio si no te la quieres ver conmigo. 

 

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Ganondorf es un caballero y no arrima cebolleta. Sé como Ganondorf.

 

Pronto surgió la pregunta, o más bien tarde: ¿Y qué pasaba cuando un chico conocía a otro chico? ¿Y cuando eran dos chicas las que deseaban conocerse mejor? Se me curre Fear Effect por aquello del cásico de Playstation, pero antecedentes a un lado, fue Bioware quien, en su infinita sabiduría, decidió que había llegado el momento de permitir que cada uno fuera libre en el sentido en que lo deseara con Knights of the Old Republic, Jade Empire y sus futuros Dragon Age y Mass Effect.

 

Pero el amor seguía siendo un poco chufa

Y lo seguía siendo porque todo seguía yendo de parejitas, como si de un programa especial de San Valentín o la mente de un niño de trece años que ha visto su primera teta en una revista fuera la cosa. Había juegos de todo tipo, no me malinterpretéis, pero algo parecía indicar que, si queríamos que el juego fuera memorable, que el título pasara a la historia, tenía que haber una relación sentimental por narices

 

Ni siquiera Nathan Drake y Joel se libraron de la trampa. Tampoco Max Payne, ni Jason Brody, ni Evie Frye... Joer, ni siquiera Pagan Ming estuvo libre de ese sentimiento traicionero, digitalizado y suelto de toda profundidad, en su relación con Ajay a resultas de su previo calentón con la madre de nuestro... ¿Turista?

 

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Pos si se quieren... Que sean felices, ¿no?

 

Pero la cosa está cambiando

Y esto es algo estupendo, aunque los cambios sean de forma más que de contenido. Lo pensaba el otro día jugando a Fallout 4, recordando el momento en que ayudé en la boda del profesor de Diamond City con su robot ayudante. Una relación libre de barreras que, por si no lo sabíais, podemos repetir si elegimos como compañera a Curie, esa robot asistente de laboratorio con aspecto de pulpo volador de metal y voz sensual que, sep, puede convertirse en nuestra pareja setimental... Aunque con truqui. Como digo, una relación sin barreras, pero relación, al fin y al cabo, dentro de un juego en el que la búsqueda de un hijo y el asesinato de nuestro conyuge es el pistoletazo de salida de su narración.

 

Como digo, a raiz de Fallout 4 me di cuenta de que casi todos los videojuegos tienen una relación como eje central en algún punto de su narrativa. Puedes llamarlo Cole, en Gears of War, Cortana en Halo o incluso la china odiosa de Battlefield 4. Y es al llegar a Battlefield cuando encuentro la esperanza en forma de evolución con The Division, Destiny y demás Open World Share Shooters que, al parecer, no van a ponernos una novia -o novio- detrás justificando nuestras motivaciones.

 

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Esta es Curie, pero tranquis, si la eliges de compañera digievoluciona ;)

 

El Romance Emergente

¿Tan importantes son las relaciones afectivas en nuestra naturaleza como seres humanos que es casi imposible dar una patada a un Game sin que aparezca un juego con 'turroneo'?  Si la respuesta es si, aunque sólo sea para un sector más o menos amplio de la población, en ese caso tengo claro que esta nueva forma de entender el juego online de The Division no tardará en traernos noticias de parejas que se conocen en el terreno de juego, tal y como ya se han podido leer anteriormente en juegos entre los que el más repetido como celestina es, sin duda, World of Warcraft.

 

Al final, si lo pensáis bien, queda claro que cuando un tema es universal -como es el amor de pareja en los videojuegos y demás formas de ocio y cultura- es porque es universal y, por tanto, muy difícil de esquivar a la hora de crear una obra, sea de la naturaleza que sea. 

 

Podemos abandonar el chico conoce a chica por el persona conoce a persona -o forma de vida inteligente o robot-, pero el romance seguirá siendo uno de los puntos, de los ejes centrales que, como desencadenante o como objetivo final, guíen nuestros pasos. Pocos, muy pocos juegos se me ocurren que no incluyan el romance, -contemplando también el emergente de los MMO- como incentivo de compra. ¿Tal vez Just Cause 3? ¿Obviamos el diálogo con las muñecas de Bloodborne? ¿Aceptamos FIFA? ¿La saga Skate? ¿El Tetris? Está jodida la cosa...

 

¡Nos leemos!


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