Esos bugs que son fundamentales

Actualmente, los bugs son un gran problema de los videojuegos. Junto con las actualizaciones de porrones de gigas, los pases de temporada y las microtransacciones, se han convertido en un síntoma de lo que no termina de estar del todo bien en los videojuegos. La gran diferencia con esas otras tres cosas es que los bugs llevan una vida entre nosotros y que, sin ellos, no entenderíamos los videojuegos tal y como están planteados hoy. Fuera coña, hay bugs que han marcado la industria para siempre.

 

Empecemos por uno de los primeros casos, y uno de los más sorprendentes: ¿sabíais que la velocidad in crescendo de los Space Invaders de Atari a medida que ibas matando marcianos era un bug? Al principio, al menos, pues sus creadores se dieron cuenta del reto añadido que eso suponía y lo integraron en el juego como parte de su carácter. Este bug es tan importante que es difícil reconocer su alcance, inspirando a autores como el mismísimo Shigeru Miyamoto, que reconoce que ese instante de dificultad añadida fue lo que le empujó en parte a hacer videojuegos.

 

 

Más recientemente, hay otros bugs que se han integrado en videojuegos y que han calado bastante hondo. Dos ejemplos muy nuevos que se me ocurren: el denying en los MOBA o el Mario duplicado de Super Mario 3D World. El denying es matar a un aliado para negar la experiencia y el oro a un enemigo, y aunque en el mod Defense of the Ancients de WarCraft III era un síntoma de su naturaleza no profesional; en DOTA 2 es una estrategia básica. En cuanto al Mario duplicado, simplemente decir que la cereza que duplica a nuestro fontanero nació como un error de programación que, posteriormente, cayó en gracia a los desarrolladores. 

 

Y así, una lista innumerable de circustancias. Lo de las tetas de Lara Croft y un cero de más en un polígono es algo más conocido, sí, pero ¿sabíais que el concepto básico de GTA nace de un bug de Car 'n Chase, un juego de la empresa que después se convertiría en Rockstar? Este bug hacía que la polícia fuera tan agresiva que directamente se estampaba contigo para matarte en las persecuciones o después bajarse a pegarte de tiros, y eso era realmente divertido. El resto, como suele decirse, es historia. 

 

Así que, amigos, aunque sean un coñazo y aunque arruinen la experiencia actual de muchos videojuegos, debemos aprender a amar el bug. A veces, son molestos, insisto; pero otras muchas, son una risa y hacen que juegos como Fallout 4 sean hasta buenos. Y en ocasiones muy contadas y excepcionales, hacen que los videojuegos aprendan algo nuevo. Maldita sea, si no fuera por los bugs, no habría combos en Street Fighter. ¡No es broma!

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