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Es lo mismo, pero no es igual

Más picaresca
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Ya hemos citado en alguna ocasión lo pícaros que siempre hemos sido los españoles, lo que nos gusta la cultura de lo gratis. Cual Lazarillo de Tormes, el habitante de la península ibérica tiene grabado a fuego eso de que, si podía hacer acopio de algo huyendo de eso de pasar por el aro del pago, lo tendría por todos los medios. Más allá de la extrema piratería que residía por estos lares en décadas pasadas (donde el tonto era el que compraba juegos originales), eran las propias compañías productoras de videojuegos las que hacían malabares con tal de atraer la atención del cliente… en algunos casos con más gracia e ingenio que mala uva.

 

timo

 

Las rocambolescas piruetas a las que quiero hacer referencia tienen como objetivo el obtener beneficio de una exitosa idea ajena. En este caso, y teniendo en cuenta la situación del videojuego en los años ochenta, el desarrollador español sólo tenía que fijarse en qué era lo que más atraía a los jugones de la época... y no era otra cosa que los arcade, las recreativas de toda la vida. Y si bien existían compañías que realizaban conversiones oficiales hacia los ordenadores de la época (como las inglesas Ocean o US Gold), en nuestro país se tiraba por la vía barata, o sea, hacer algo más que inspirarse en el arcade de turno a la hora de realizar el programa.

 

 

Cabe citar que, como pasa hoy día, por lo general era sencillo toparse con matices que podían beber de ciertos clásicos incunables, como pudiera hacer el popular Game Over de Dinamic con respecto al genial Xain'd Sleena de Technos o aquel Cosa Nostra de Opera Soft en referencia al policíaco Jail Break de Konami. En este sentido, la situación distaba sobremanera del plagio descarnado, adquiriendo tópicos jugables tal y como en la actualidad hacen muchos lanzamientos con bombazos al estilo de Gears of War o Call of Duty, con sus conceptos copiados mil veces a lo largo de la generación. Sin embargo, la copia salvaje era algo ciertamente habitual en nuestra piel de toro, circunstancia frenada hasta cierto punto cuando las empresas afectadas comenzaron a meter estos asuntos por la vía judicial.

 

 

Curioso es el hecho de que muchas de estas burdas inspiraciones terminaban siendo superiores al juego que ejercía de conversión oficial. Un caso bien claro lo tenemos en Satan, un arcade de Dinamic (cuya espectacular portada de Luis Royo mezclaba a partes iguales al McMardigan de Willow con el Charlton Heston de Los Diez Mandamientos) cuya primera parte plagiaba de mala manera al viciante Black Tiger de Capcom. En este caso, US Gold, a través de su subsidiaria GO!, se hizo con la licencia, para que su grupo de programación Tiertex trasladara el arcade a Spectrum, Amstrad, Commodore 64, Atari ST y Amiga. El resultado, si bien no era malo, resultaba a todas luces deficiente en términos de comparar la experiencia con la recreativa original, mientras que Satan, sin disimular su fuente de inspiración, era un juegazo de tomo y lomo, atesorando bastante éxito en Inglaterra y Alemania. Que por cierto, he aquí uno de esos casos que acabaron en los tribunales.

 

 

Y aunque Dinamic ya había hecho tropelías del estilo West Bank o Rocky con respecto a Bank Panic y Punch Out (o Made In Spain, con aquel Afteroids de nombre poco sutil si lo comparábamos al mítico Asteroids), respectivamente, es en el ramillete de lanzamientos de Topo Soft donde podemos encontrar más casos del estilo. Un simple vistazo a su catálogo ya delata semejanzas más que evidentes con determinados clásicos, de entre los cuales se puede destacar Emilio Butragueño Fútbol, juego basado en el popular Tehkan World Cup y que supuso un brutal éxito para Topo en lo que a beneficios se refiere. Por su parte, Metropolis hacía lo propio con el Trojan de Capcom, mientras que un título menor como Chicago's 30 trataba de emular la mecánica de Contra llevándola a los tiempos de Al Capone. Más evidente era en cualquier caso Mad Mix Game, un avanzado comecocos que llegaba incluso a copiar en su primera fase la estructura del laberinto del original Pac-Man. Detalle el cual hubo que borrar de un plumazo cuando la multinacional Pepsi lo escogió para una promoción (pasó a llamare The Pepsi Challenge).

 

 

Con todo, en la historia de esta empresa española hay un caso aún más rocambolesco, y es el protagonizado por uno de los éxitos de antaño: Desperado. Topo, cual 'Buscón' de Quevedo, encargó el desarrollo de un juego de disparos de scroll vertical al estilo clásico y ambientado en el oeste americano... con un parecido más que casual al del famoso GunSmoke de la mil veces copiada Capcom. Y así nació un hermosote ejemplar que atrajo a propios y extraños precisamente por su parecido con el ponderado arcade; pero claro, US Gold volvía a meter mano con el asunto de las licencias y, tal y como ocurriera con el Satan de Dinamic, se encontró con el percal.

 

 

El caso es que US Gold tenía buenas relaciones con la distribuidora Erbe Software, la que era su distribuidora por aquellos entonces. Y Topo Soft pertenecía a Erbe, así que habría más diplomacia que en otros casos. Así que, después de un estrechón de manos, US Gold publicaría Desperado en el Reino Unido bajo el nombre de... Gunsmoke. A modo de curiosidad, diré que pasó algo similar con las versiones 16 bits (Amita y Atari ST), las cuales procedían de un juego de similar corte programado por Infogrames y llamado Wanted. Lío al canto que igualmente fue solucionado con la publicación por parte de US Gold vistiéndolo de GunSmoke. Pícaros eran los españoles, pero ojo... que más cutre que US Gold era difícil llegar a ser, ¿verdad?

 


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