En España también somos grandes coleccionistas
Una de las noticias más llamativas de estos últimos días es aquella que hacía referencia a la colección del millón de euros que se vendía en Ebay. Según dicen algunos, la recopilación de juegos más grande del planeta, donde por lo visto no faltaba ni un solo título de los que salieron para las consolas de Sega, Nintendo y Nec. Rarezas de todo tipo, ejemplares precintados… una joya por la que, según parece -y a pesar de haberse efectuado la compra a través de la popular web de subastas- todavía está por confirmarse el pago.
Todos sabemos que la economía nos está pegando unos mordiscos impresionantes en estos tiempos, y el hecho de que alguien que haya llegado a amasar tal colección tenga que deshacerse de ella debe ser tremendamente doloroso. O eso, o se ha ido realizando con el paso de los años en base al futurible proyecto de ponerla a la venta, tal y como ha ocurrido. ¿Alguien recuerda lo que le pasó a un usuario llamado “Sengo Ku”? Vendió su colección de consolas y videojuegos por un millón de las antiguas pesetas… una cifra a todas luces insuficiente cuando hablamos de que tenía todas las consolas sacadas al mercado en la historia junto a una tonelada de juegos en perfecto estado. En cualquier caso, todo esto viene a refrendar algo que ya sabemos muchos de los que por aquí pululamos: que lo retro está más de moda que nunca.
Cabe citar que, pese a la imagen que solemos proyectar los españoles en esto del videojuego -y no porque nosotros lo busquemos, sino por los prejuicios que normalmente se suele tener en torno a nuestra cultura tecnológica-, nuestro país es toda una potencia en lo que a coleccionismo se refiere. A nivel personal, me faltan dedos para contar los conocidos cuyas estanterías son un auténtico tesoro del ocio electrónico, y que, a nivel global, son colecciones que en verdad muy poco tendrían que envidiar a la que “collectors_king” pone en venta.
Nombres que se van haciendo conocidos por las redes, como Pep Alacant, Alex Montoliu, Juan Carlos Pastor (Denymetanol), Francisco Javier Ortiz (Saigononindou), Rubén Vaquer (Adol), Jesús Relinque (Pedja)… todos ellos pueden presumir de tener algunos de los ejemplares más particulares de esta nuestra historia del videojuego, con objetos tales que pueden ir desde el preciadísimo Tetris de Megadrive, cartuchos de MSX de lo más bizarro o placas de arcades recreativos plenamente funcionales. Una absoluta muestra de amor por los píxeles y el hardware de antaño -las maneras de conservar y recomponer muchos de estos artículos daría para hablar días y noches- que, todo hay que decirlo, no tiene por qué ser para ellos incompatible con lo que se cuece hoy día en las consolas actuales.
El mismo que escribe esta entrada que estás leyendo es culpable de acumular en su casa una cantidad incalculable de hard y soft del de antes, sin descuidar, por supuesto, todo lo que sale para las generaciones presentes. Pero me gusta mimar mi colección de juegos veteranos, un auténtico caldo de cultivo para lo que yo considero será en el futuro un importante documento vivo acerca de un medio que irá cobrando más y más relevancia con el paso del tiempo. Viejos ordenadores, consolas, casettes ochentenas, cartuchos de toda índole… hasta una estantería repleta de todas las revistas de aquellos buenos tiempos: Micromanía, Microhobby, MSX Club, Amstrad Ocio… Diantres, tal y como hice hace no demasiado tiempo con Canal Sur, os abro las puertas de mi habitáculo de vicio y perversión. ¡Soy otro de ellos!
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