En Control está la Remedy que esperaba encontrarme en Quantum Break
Reconozco que tras el fiasco que supuso para mí Quantum Break no di ninguna prioridad a Control en su lanzamiento ni en fechas posteriores. Ha sido su llegada al servicio PlayStation Now (y a que casualmente tenía suscripción activa) lo que me ha llevado a comenzar la última aventura de Remedy. Esos que a todos consiguieron sorprender con Max Payne y los que supieron enamorarnos con Alan Wake.
Y menudo comienzo. Control es una maravilla visual que no me esperaba. Y no estoy hablando sólo de sus gráficos ni espectaculares efectos (que también) sino de su coherencia y personalidad artística. Recorrer cualquier pasillo de este enigmático espacio es un gozo para los ojos, ayudando precisamente a esa atmósfera enigmática que tanta falta me hizo experimentar en Quantum Break. Desde el primer segundo la obra sabe internarte en su mundo y te dispone a alimentarte de una historia extraña, donde sabes más bien poco de lo que está sucediendo. Y todo esto sumando un sistema de juego que funciona bien, con unos movimientos de la protagonista que cumplen y unas escenas de acción que, por lo poco que llevo, convencen.
Es el tipo de videojuego que ahora mismo me encanta disfrutar. Que por cada uno de sus poros expiran personalidad, que saben ofrecerse como obras de autor que no aportan lo mismo que otros muchos títulos. Control sabe darme ese punto de más para que mire fascinado cada una de sus secuencias cinemáticas y para que lea con asombro cada uno de los documentos que voy encontrando. Me estoy empapando de su misterio, de sus personajes y de sus sucesos porque ha conseguido interesarme. Algo que el juego anterior del estudio no supo hacer en ningún momento. Quiero saber más. Quiero seguir jugando.
Control me está mostrando a la Remedy que quise encontrarme en Quantum Break pero que no atisbé en ningún rincón. Aquí encuentras todo lo que en su día quisieron plantear en aquella obra, con actores reales, con mucha presencia de secuencias cinemáticas e incluso incorporando secuencias de acción real con ellos, pero bien. Aquí casan y se entienden, fundiéndose con coherencia. En Quantum Break no había ningún sentido para que la historia se narrara a través de (malos) episodios de serie de televisión que se intercalaban entre (sosas) fases jugables. Aquí hay un equilibrio intencionado y es el propio jugador el que decide permanecer más tiempo entre menús o entre disparos y poderes paranormales.
No ha llegado a fascinarme como lo hizo Alan Wake, al que perdoné todos y cada uno de sus errores jugables por lo enamorado que estaba de su misterio, pero Control está cumpliendo y ojalá lo siga haciendo durante mis próximas horas. Se trata probablemente del mejor juego de Remedy técnica y jugablemente hablando (y eso que esta vez no tenían a ninguna gran compañía detrás) con esa libertad creativa y esas formas de plantear la historia que sólo Sam Lake y su equipo saben exponer.
Miedo me da el mapa, ese del que tanto me estáis avisando, también de cómo se van a ir desarrollando las fases de acción y el progreso de la protagonista. También siento cierto temor ante mis propias expectativas y que la obra termine por desinflarse. No me alegraría ver otro juego ido de madre que se alimente un poco de su historia y misterio, porque yo quiero todo lo contrario. De momento ha sabido ganarme y sorprenderme, cosa que no esperaba.
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