Eliminemos al intermediario. GameStop lloriquea tras cerrar sus tiendas en España

Ayer dimos muy por encima la noticia de que Tony Bartel, presidente de GameStop, estaba preocupado por el mercado digital y el daño que éste le está haciendo a su compañía. Tal y como recogía Gamespot -el medio, no la tienda, que se leen casi igual- en la noticia que llevaba por titular 'GameStop precupada, los juegos digitales son demasiado baratos', el amigo Bartel protestaba porque se habían 'regalado' más de 100 millones de dólares en juegos digitales incluídos en packs de venta, y es necesario un acuerdo en la industria.

Como es de esperar, el acuerdo que el amigo Bartel pretende no tiene como objetivo el de mejorar precisamente la situación del usuario, sino el de evitar una situación en la que, según un estudio más que poco creíble que se sacó de la manga, los jugadores están pagando una media de 22 dólares por triple A mientras que estarían dispuestos a pagar 35. Para colmo, todo según Bartel, esos 22 dólares de cara a los 60 de precio en tienda lo están dejando en una situación de clara desventaja.

Es más que obvio que los números que maneja no son demasiado claros, ya que parece apuntar a que sitúa los precios de Steam varios meses tras el lanzamiento de un juego de PC enfrentándolos a los precios de lanzamiento de un juego de consola en su tienda, pero manipulación de datos a un lado, lo que pone los pelos de punta es el siguiente párrafo de sus declaraciones, leídas en el medio Gamespot que se hace eco de lo transcrito por Seekingalpha:

Queremos ayudar a asegurar que nuestra industria no cometerá el error de otras categorías de entretenimiento bajando el valor de los contenidos digitales de forma significativa respecto del formato físico. Cuando finalice el programa de regalar juegos digitales, la industria deberá trabajar junta para fijar el precio y los beneficios de forma que ayude a sostener y hacer rentable la gran innovación que el presente mercado necesita"

 

...

¿Soy yo el único que se imagina este discurso leído con la voz chillona y espeluznante de Hittler?

Lo digo porque el discruso tiene mandanga, y a los que tengáis un alma noble libre de todo cinismo y seáis incapaces de ver la realidad que se oculta tras el palabreo de Tony Bartel, lo que el colega pretende, sin ir más lejos, es que los usuarios volvamos a pasar por caja y que el precio de los juegos digitales aumente para que así los juegos fisicos que venden en la cadena de juegos GameStop no parezcan tan caros. 

Chachi, ¿eh?

Dame dinero y no me cuentes tus traumas

Ya hablamos en su momento acerca del sistema de monetización de las franquicias de tiendas de videojuegos cuando GameStop decidió mandar al paro a sus trabajadores españoles -o echarlos en las garras de Game-, pero parece que ha llegado el momento de volver a hacerlo y sin tapujos, a no ser que queramos que la situación se vuelva insostenible. Estos tíos no tienen vergüenza, ni la conocen, ni la reconocerían si la vieran desnuda por la calle vendiendo trombones de gomaespuma.

El sistema de negocio de GameStop es cojonudo. Cojonudo para ellos, se entiende, a grandes rasgos y como macroempresa internacional, lo que les permite llegar a acuerdos y firmar tratos con las distribuidoras a los que una tienda pequeña o un negocio local jamás podría aspirar. La situación, pues, empieza ahí: Voy a llevar tal pack con tal contenido de regalo y me lo vas a dejar a buen precio, te hago un pedido de mil veces lo que te pediría una tienda local, o dos mil, o dos millones, y la distribuidora acepta y la tienda local, se aguanta. Una vez el contenido en la tienda, una consola de 400 pavos, por ejemplo, el usuario la paga, se la lleva, y de paso se pilla un juego de salida por 70.

Pasan los días, o tal vez ni eso. El usuario se cansa del juego, o  no le gusta, y lo lleva a la tienda a cambiarlo por otro. El precio, el mismo día de su venta al quitarle el plastiquito, ha bajado de 60 a 35. Pero no te preocupes, que una vez lo vendas a 35, el juego, por obra y gracia de la etiqueta de la empresa, se revaloriza instantáneamente a 59,95 pavos, o puede que más... ¡Y sin plastiquito! 

Y si te quejas por haber cobrado sólo 35 pavos date con un canto en los dientes por no haber dejado pasar más tiempo. En cuestión de semanas el juego se desvaloriza a un ritmo inquietante a nivel de 20, 17'50, 13, 9, 2 o incluso un euro con veinte. El equivalente en tienda es desesperanzador: 49'95, 39'95, 34'95, 29'95, 19'95... Es indudable que el almacenamiento se cobra.

Esto no es nada nuevo

Pues no, todos sabemos cómo funcionan estas empresas, pero siempre está la espina de los puestos de trabajo, el tema de 'quiero mandarlos a la mierda pero hay mucha gente que trabaja -malcobrando- en sus tiendas y, jo, qué putada mandarlos al paro'. Pero claro, ahora llega Tony Bartel y cierra las tiendas españolas previo acuerdo con Game, y luego llega Tony Bartel y dice que hay que subir los precios de lo digital para que él no pase hambre, y llega Tony Bartel y dice que, bueno, que vale ya de regalar juegos, que la gente tiene que pagar por ellos.

Y llega Tony Bartel...

...Y te entran unas ganas tremendas de meterle un soplamocos en el cabezón ese que tiene de tipo malo de película de Antena 3 a las cuatro la tarde que no son normales. Porque a ver, que me explique alguien en base a qué éste tio tiene que lucrarse del trabajo de desarrollo y producción de una empresa de videojuegos. Que me expliqure alguien por qué éste tío va a tener la fuerza sufieicente en el mercado para obligar a la inflación de precios de los contenidos digitales para que la criatura pueda seguir enriqueciéndose a costa de los alquileres, el mercado de segunda mano y, por supuesto, los lanzamientos de nuestra afición.

Que me explique alguien, en fin, por qué hay gente que sigue haciéndole el juego a estas empresas cuando deberían haberse extinguido hace años en pro de las plataformas digitales, internet y, por soñar, el regreso del pequeño negocio del alquiler de barrio que tantas buenas horas me hizo pasar en mi infancia y mi adolescencia. 

Los mercados han cambiado

Siguen cambiando a un ritmo brutal, y está claro que ya no hay o no debería haber sitio para estas criaturas arcaicas, para estos vestigios del pasado que engordan a costa del trabajo ajeno y la afición de otro. Tony Balmer se ha quitado la máscara y ha demostrado lo que es, un tío al que lo único que le importa es que su negocio funcione a costa de seguir jugando al alza con los precios de nuestros videojuegos estrujando nuestras carteras por el mero placer de ver qué sale de ellas. Por mí, francamente y sintiéndolo mucho por los trabajadores a su cargo, le puede reventar la empresa en la cara.

¡Nos leemos!