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El valor de la amistad en Stardew Valley

Materialismo ante todo
Por Julián Plaza

Dicen que la amistad no tiene precio. Contar con gente que siempre estará ahí, que te conoce y que tiende su mano para cuando la necesitas es un tesoro impagable. Como todo lo bueno, cuesta, porque es de aquellas relaciones se forjan con el tiempo compartiendo experiencias, buenas y malas. Trasladar esto al videojuego, un sistema que funciona mediante patrones, reglas y objetivos, no es algo fácil.


Tenemos a Naughty Dog, un estudio experto en lo que a relaciones humanas y personajes bien escritos se refiere, pero también un creador de situaciones predefinidas que vives, pero no construyes. En contrapartida hay alternativas como Los Sims, donde su modo dios da más rienda suelta a la espontaneidad pero, por otro lado, cada sim se siente como un contenedor vacío sin voz ni voto, y obras en una especie de limbo como Life is Strange, que logra hacer que la relación entre Max y Chloe se sienta como algo abstracto y genuino a pesar de la evidente huella del guionista. Aunque si tuviese que decidir qué juego lo hace peor lo tendría claro. En efecto, hablemos Stardew Valley.

 

SV


En el juego que vuelve a estar en boca de muchos gracias a su estreno en Nintendo Switch, no hay un objetivo predefinido. Puedes matar monstruos pero también dedicarte a hacer crecer tu granja, o simplemente pasar las tardes yendo a pescar y disfrutar de las fechas señaladas con la gente del pueblo. Sin embargo, cada elemento de la experiencia se siente como un recurso, un item cuya única finalidad es la explotación, y en ese saco entran tanto las gallinas como las personas. Cuídalas y con el tiempo cuidarán de ti.


Para hacer que cada aldeano nos tenga aprecio hay que atender a un medidor social que usa los corazones como unidad de medida. Ten ocho y podrás pedirle matrimonio, ten diez y seréis amigos inseparables, llega a doce tras casaros y tener hijos. Para ir subiendo cada valor hay que ir regalando cosas que agraden a la gente, una al día como máximo, y si además lo haces en fechas señaladas como sus cumpleaños el indicador subirá como la espuma. Pero deja de dar los buenos días con guirnaldas sin haber llegado a los diez corazones y vuestra amistad se verá amenazada.

 

SV


Con este planteamiento me resulta difícil no extraer una visión materialista y retorcida de lo que es la amistad. La gente del pueblo solo 'te da su amistad' tras empeñarte concienzudamente en gustarle, en una relación cuya proporcionalidad brilla por su ausencia, y es algo que solo puedes hacer regalando objetos y consumiendo recursos materiales. Es más, si te quedas en nueve corazones y paras en seco, con el tiempo el indicador de amistad con esa persona decrecerá. Solo hay implicación por una de las dos partes. Aquí la amistad es de todo menos altruista.


También hay otra versión de los hechos, aquella en la que los jugadores se empeñan en ofrecer regalos porque llegados a los diez corazones o al matrimonio hay beneficios, es decir, que empiezan a obtener bonificaciones por haber alcanzado ese 'logro'. En resumidas cuentas, la amistad aquí es una misión secundaria con beneficios a largo plazo, una inversión. Creo que hay maneras mucho mejores de encarar la amistad en el videojuego. ¿No creéis? Me cuesta encontrarlas peores. 


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