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El truco de Ghost of Tsushima es jugar como un samurái... de Kurosawa

El Bushido a través de los ojos del cine
Por Rafa del Río

Ghost of Tsushima me está encantando. Esta incursión en el más profundo kamakura sin mononokes y con muchos mongoles está siendo toda una delicia en lo jugable y lo artístico. Si Red Dead Redemption 2 es Clint Eastwood con su carrera consolidada en Sin Perdón, Ghost of Tsushima es Akira Kurosawa en sus primeros años con Sanshiro Sugata y Rashomon. Una sensación que avanza en la carrera del cineasta incluyendo Yojimbo, los Siete Samuráis y todos los clásicos del chanbara o el samurai cinema que acabarían por inspirar a Sergio Leone, John Sturges y otros maestros del western.

 

tsushima noche

 

Los samuráis de Kurosawa

Mencionar a Red Dead Redemption 2 en la introducción de este texto de Ghost of Tsushima no es una comparación fortuita. Ambos beben de un mismo fenómeno cinematográfico de gran importancia en ambos extremos del atlas. El Western y el Eastern, el Samurai Cinema y el Cowboy Cinema. Un sólo género dividido en dos enfoques tan diferentes como similares y que se retroalimentó de sus congéneros del otro lado del mapa. El paralelismo entre el Western y el Samuray Cinema es un fenómeno dual digno de estudio. Ambos son el fruto de la misma evolución de tiempos convulsos y violencia, del fin de una era que romantizaba en novelas ilustradas, supuestamente biográficas, la vida de pistoleros y samuráis con más imaginación que datos reales, a ambos extremos de Europa. De estas fuentes beben John Ford y Akira Kurosawa, convirtiendo a los pistoleros, vaqueros, ronin y samuráis más famosos de su época en héroes y villanos de una forma de hacer cine que todavía sigue viva en nuestros días. 

 

Ghost of Tsushima permanece fiel al chanbara y trae lo mejor de la filmografía de Kurosawa, Masaki Kobayashi, Kenji Misumi y los pinitos de Takeshi Kitano a nuestra PS4. Todos los elementos del Samurai Cinema están presentes, desde los duelos al son hasta los sombreros de paja, las olas rompiendo en los riscos, el viento, la sangre y los momentos de humor junto a la dureza de la muerte. Por no faltar no faltan ni los rondori, esos combates masivos en los que los enemigos atacan por turnos en un baile de sublime belleza. Sucker Punch toma un pequeño sorbo de historia ambientando su historia en Tsushima, y luego no teme beber hasta saciarse del cine de samuráis, del manga y hasta del komikuso de Stan Sakai con algunas historias que parecen sacadas directamente de la plumilla del maestro tras Usagi Yojimbo. 

 

tsushima sangre

 

Y así se difruta más

El homenaje a la cultura cinematográfica nipona toma a la figura del samurái y nos permite jugar con su figura profundizando en los golpes de efecto. En momentos que convierten al género en un producto aún más brillante cuando pasas de espectador a actor, de público a protagonista que sostiene la katana. La faceta del fantasma, del ninja de un tiempo en el que no existían los ninjas pasa a un segundo plano, o incluso a un terecero. O a un cuarto. Sí, echaba de menos a Tenchu, pero Ghost of Tsushima ofrece algo que nunca había podido disfrutar antes en un juego: ser un samurái. No un samurái de verdad, sino un samurái de leyenda. Un guerrero de ficción capaz de emular a Zatoichi, a Kenshin Himura, a Usagi Yojimbo y a Miyamoto Musashi. Una figura cuasi mitológica que convierte el combate en una danza y que, repondiendo a nuestro control, transforma la pantalla de nuestro televisor en una acuarela de sangre esbozada con tres trazos bajo la luz de la luna, las hojas de los árboles y los pétalos de cerezo

 

Ghost of Tsushima se disfruta mucho más siendo un samurái de Kurosawa. Un justiciero andante cuyo único amor es su espada, el honor y su sentido de lo correcto. No hace falta saber qué es el Gi, el Meiyo y el resto de las siete verdades del bushido para disfrutarlo. Basta con afilar tu espada, vestir tus ropas de viaje, calzarte el sombrero de peregrino y retar a las fuerzas mongolas de un fuerte fronterizo. Los bloqueos, las esquivas y los golpes mortales van encadenándose en una coreografía mortal que te pega al mando y demuestra por qué Sucker Punch ha conseguido enamorar con su juego a los nipones de Famitsu. Una nota perfecta para el momento perfecto de un juego que puede ser imperfecto, pero ha conseguido darnos algo que ningún juego había logrado darnos anteriormente. 

 

¡Nos leemos!


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