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El placer de ver jugar a la consola

Mis experiencias de verano en el pueblo
Por Bruno Louviers

Hoy me vais a permitir que me ponga especialmente personalista con este artículo. Alguna vez me han tachado de hacer una prosa selfie, así que en lugar de cambiar, voy a abrazar completamente esta fórmula. Me he ido de medio-vacaciones al pueblo de mis padres, donde me crié la mayor parte de los fines de semana hasta que fue un adolescente, descubrí lo que tenía entre las piernas y que en mi pueblo no hay muchas chicas de mi edad.

 

En todo ese tiempo, las consolas me acompañaron siempre. De hecho, donde más he jugado siempre a la consola ha sido allí pues durante la semana los deberes iban primero y aquí solo podía jugar a la Game Boy porque mi hermano (propietario por entonces de las consolas) no la enchufaba nunca para que no me pasara jugando. En mi pueblo, en cuanto llegábamos, la consola se enchufaba y no paraba en toda la mañana del sábado y el domingo. También salía a jugar y demás, tranquilos, no era un niño recluído.

 

Pues bien, algo que siempre ocurría en verano, cuando más niños había en el pueblo, es que mi salón (que en su día, formaba parte del bar de mis padres, cosas de los pueblos) era invadido por la juventud del pueblo para verme jugar al Mega Man en la NES, al Super Mario World en la SNES, al Mario Kart en Nintendo 64 y a más juegos que tuve en posteriores consolas. Era un fenómeno habitual: irse a ver cómo jugaba alguien.

 

No es que yo fuera precisamente especial o querido, simplemente era el que tenía consola. En otras épocas, esto pasaba: no todo el mundo se dejaba el dineral que costaban en ellas, pero mi hermano lo hacía y yo jugaba. Y los demás miraban. Esta costumbre está claro que no se ha perdido, y este verano me he ido al pueblo con la Vita y la 3DS y el fenómeno se ha repetido, aunque a menor escala y con niños bastante jóvenes que yo, que soy el único de mi edad que sigue 'jugando a los marcianitos'. No veáis cómo se descojonaban los cabrones cuando moría al Spelunky. 

 

Todo esto me hizo pensar en la popularidad de Twitch y en lo natural que es ver jugar a alguien. Todas estas críticas a los youtubers que comentan vídeos y hacen el moñas no son más que una evolución de esto. Los eSports, lo mismo, una versión muy vitaminada de echar la mañana viendo cómo juega un conocido/amigo. Y el público sigue siendo el mismo: el joven, los niños sobre todos.

 

¿De verdad vamos a culpar a los niños que se mean de risa viendo a El Rubius sacándose mocos en YouTube mientras juega a algo? Nosotros hicimos lo mismo a menor escala y sin sacar un dineral. A mi no me importa ver que este tipo de experiencia se sigue teniendo, aunque sea en la distancia y por medio de la tecnología. Sigue siendo divertido ver cómo otros juegan, y el apartado social de tener a alguien al lado se puede seguir teniendo gracias a las convenciones de juegos y, en menor medida, a Twitter y los comentarios de las webs de streaming.

 

Con todo esto, solo quiero decir que existe y existirá siempre un placer en no jugar, en ver cómo lo hace otro y en vivir a través de él el juego. Yo vivé Ocarina of Time y muchos otros juegos a través de mi hermano, viéndole jugar, antes de hacerlo yo mismo cuando tuve habilidad suficiente. Espero que con los años siga creciendo esta manera de vivir en segunda persona los juegos, que nunca va a ser mejor que jugarlos uno mismo, por supuesto. 

 

Y no, con esto no estoy defendiendo los juegos con cinemáticas excesivas: solo hay una cosa pero que tener un mano y no jugar uno mismo: no tenerlo y ver que otra persona tampoco juega.


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