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El paso adelante en el nuevo episodio de Hitman

Ya era el momento de proponer un reto mayor
Por Julián Plaza

Hay juegos que te ganan con el tiempo. Son como lo contrario a un flechazo y requieren del esfuerzo de ambas partes para que la cosa fructifique. Del desentendimiento inicial con respecto a la estrategia episódica de Hitman a la constatación de que Square Enix ha dado con una idea inteligente no se pasa de la noche a la mañana. En mi caso tardé algún tiempo. Y ahora me encuentro en la curiosa situación de defender algo que critiqué.

 


El quid del cambio de opinión tiene que ver con varios aspectos. Que las recompensas de maestría sean nuevos ‘gadgets’ que pasan a tu inventario para cualquier otra misión es algo que se aprecia con el tiempo, los objetivos escurridizos eran un tiro a ciegas que ha dado en el blanco y, además, familiarizarse con cada entorno te hace ser mejor asesino y le da otro tono al juego. La repetición cobra sentido. Pero tras cuatro episodios ‘amables’ tocaba ponerse serios; para ello ha llegado Colorado.

 

 

Todo lo que pueda añadir al respecto lo ha explicado mejor Mark Brown

Hasta la llegada del quinto capítulo de Hitman nos encontrábamos con misiones planteadas desde la comodidad de las zonas seguras. Siempre empezamos en un espacio neutral. Con toda la calma del mundo, 47 puede ir estudiando rutinas, buscar pequeñas brechas en la seguridad e ir recolectando ítems en el caso de que sean requeridos más adelante. Observación sin riesgos. Todo lo contrario a lo que ocurre en este nuevo episodio que nos sumerge en la boca del lobo.

 


Ahora nuestra prioridad es hacernos con las vestimentas del pobre guarda de turno -aunque también podemos ir a pelo- y pasar a un estado menos hostil. Pero decir que Colorado es mejor que el resto porque empezamos estando en peligro sería reducirlo todo a una nimiedad. No es solo que prácticamente cualquier personaje que veamos irá armado, también tenemos más objetivos que nunca a eliminar y, de hecho, la cosa se complica en el tramo final.

 

 

Hitman Sapienza

 

47 en modo 'voyeur'

 

Una de las pequeñas trampas del juego -y del género de sigilo en general- siguen siendo las rutinas. Aun así, algo que hace bastante bien este Hitman es camuflarlas de dos maneras distintas: mediante su duración y también su ruptura. Desde el primer episodio, con un Novikov que tardaba un buen rato en entrar en bucle, el juego ha querido que seamos más creativos que predecibles. Por eso los objetivos hacen muchas cosas y pueden hacer incluso más, si las propiciamos.

 

 

Colorado juega bien sus cartas porque con cuatro muertes en nuestra agenda no hay tanto espacio para la planificación. A excepción del torturador, los tres blancos restantes se dan un paseo bastante generoso como para recordarlos a la vez, como mínimo en la primera partida. El quinto capítulo da por sabido que sabemos apañárnoslas con lo que va surgiendo, teniendo en cuenta que los objetivos escurridizos ya llegan a la decena. Se supone que somos mejores.

 

Hitman Colorado

Sigue habiendo espacio para el particular humor del juego

 

Y el ‘match point’ llega cuando lo impredecible ocurre tras terminar la faena. Es mejor no ahondar en lo que ocurre, basta con decir que Hitman rompe con la rutina basada en el ‘elimina y escapa’ de los cuatro anteriores capítulos. En mi caso sufrí el exceso de confianza en una partida que hubiese sido perfecta de haberlo sabido. Fue una buena colleja. Hitman es un constante aprendizaje, y ya sabéis lo que dicen de los errores.


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