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El nuevo Zelda para Switch ya está en producción. ¿Qué le pedimos?

Continuismo rupturista
Por Julián Plaza

Como suele ser costumbre en la franquicia Zelda, pasado un tiempo relativamente corto tras el último lanzamiento, se confirma la puesta en marcha de la nueva entrega. Ha sido su mismo productor, Eiji Aonuma, quien ha confirmado que ya se está trabajando en la próxima iteración. La noticia procede de las primeras lecturas de Master Works, el libro que recoge el trabajo realizado en Breath of the Wild.

 

¿Qué toca pedirle a Nintendo después del que seguramente sea el nuevo Ocarina of Time? Para mí hay dos opciones: la lógica y la arriesgada. La primera, evidentemente, es expandir la acertada fórmula del Link de los 100 años, la espada maestra corroída y el uso de un entorno abierto pero a la vez denso en cada pequeña porción de terreno. De un modo similar al que ocurre con Super Mario Odyssey, el último Zelda merece un intento de profundizar y perfeccionar sus mecánicas. Además, una ‘secuela’ no sería algo tan extraño visto el recorrido en la serie.

 

BOTW

Para superar esto quizás hay que partir de aquí 

 

Para empezar tenemos el fantástico trabajo de Capcom con The Legend of Zelda: Oracle of Ages/Seasons, cuya columna vertebral parte de TLoZ: Link’s Awakening. Siguiendo con el 2D también hay una tremenda similitud -contextual, incluso- entre The Legend of Zelda: A Link to the Past y el exclusivo de 3DS, Zelda: A Link Between Worlds, y entre Phantom Hourglass y Spirit Tracks ocurre más de lo mismo. Saltando al 3D tenemos un caso curioso como el de Ocarina of Time y Majora’s Mask. El segundo parte del primero, sí, pero lo hace con un acercamiento distinto en prácticamente todo lo alejado de sus mecánicas.

 

Aun así, es cierto que Nintendo se caracteriza por añadir pinceladas suficientes para que cada Zelda sea distinto al resto. Como es lógico, sería absurdo esperar un Breath of the Wild 2 porque va en contra del ADN de la compañía, pero sí que podríamos recibir la versión ‘majorasesca’ para el juego de Wii U y Switch. ¿Os imagináis? Un Breath of the Wild que nos obligue a exprimir nuestro cerebro como hicimos en Términa, que aproveche por ejemplo la genial idea de Isla Frontia (explorada ya en las Pruebas de la Espada) y que limite, con cabeza, nuestras opciones con tal de que exprimamos el coco. Esa sería la opción arriesgada, encajonar esa libertad pero sin ponerle zancos. 

 

BOTW

También quiero que se siga apostando por ella

 

Visto el genial arranque de Nintendo Switch lo lógico sería no tener que esperar a la próxima consola de la compañía para disfrutar del nuevo Zelda, aunque también es cierto que el desarrollo medio de cada entrega principal está en torno a los cinco años. Pero algo me dice que no hará falta esperar hasta 2022 y que, sin cesar su costumbre rupturista, el próximo Zelda tendrá mucho del que acabamos de jugar. No contemplo mejores noticias.


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