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El nuevo DLC de Zelda: Breath of the Wild se queda cojo respecto al original

El GotY 2017 necesitaba mucho más que una moto
Por Rafa del Río

Ya ha llegado La Balada de los Elegidos, el segundo DLC del pase de Temporada de The Legend of Zelda Breath of the Wild. La famosa expansión, con la que habíamos fantaseado, quizá demasiado, acerca de quién la protagonizaría y qué momento de la historia ocuparía, ha terminado siendo poco más que un puñado de misiones y un premio jugoso en forma de moto.

 

No habrá protagonismo para Zelda, ni profundización en los eventos previos al despertar de Link, ni muchas de las locuras que nos atrevimos a soñar, tontos de nosotros, pensando en un producto a la altura de The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Al final la cosa se concreta en la posibilidad de cumplir una serie de misiones protagonizadas por Link tras derrotar a las cuatro Bestias, y que nos dan acceso al completarlas a un vehículo todo terreno: La Moto Hyliana Alpha.

 

Zelda Breath of the Wild DLC

 

La minimoto, la minimoto, la minimoto

Ojo, no me quejo de la moto, que mola mucho y es como el chocobo dorado de Final Fantasy, que te sirve para hacer el cabra por todo Hyrule. Sin embargo, el tema me recuerda un poco a la tómbola de la feria, con ese digno feriante gritando lo de 'la minimoto, la minimoto, la minimoto', que sabemos que nunca toca porque en verdad es del hijo del dueño del puesto de los vinos, pero que oye, la ilusión no te la quita nadie. Aquí, todo hay que decirlo, sí que toca.

 

Y precisamente es la ilusión lo que nos ha traicionado con un DLC que, siendo honestos, va cubierto de sobra al precio que viste, pero nos deja a muchos con ganas de más. La ilusión de ver a Zelda protagonizando el DLC se diluye junto a la esperanza de una nueva región gloriosa y las expectativas de conocer más del pasado de la legendaria princesa. Nos quedamos así con un DLC que vale de sobra lo que cuesta, pero que no es la locura de Vino y Sangre de los niños de CD Projekt Red con todo un nuevo reino por explorar, ni el simpático mundo de la Nuka Cola de nuestros amigos de Bethesda.

 

Zelda Breath of the Wild DLC

 

Un end-game alternativo

La Balada de los Elegidos ha terminado por ser poco más que una excusa para volver a Hyrule y disfrutar un poco más de Link con un regalo final, la mimimot... digo... la Moto Hyliana Alpha, que sirve para sacarle todo el jugo a los escenarios y terminar de explorar al 100% un mundo plagado de posibilidades. La moto es el equivalente al jet-pack que desbloqueábamos en GTA San Andreas una vez terminadas sus misiones: una forma de viajar rápido y sin complicaciones. Una excusa para comprobar y descubrir todas esas zonas oscuras del escenario a las que la pereza y la falta de tiempo nos impidieron acceder en su momento.

 

The Legend of Zelda: Breath of the Wild sigue siendo, para muchos entre los que me incluyo, el GotY 2017. Un título que no sólo ha sabido revolucionar la forma en que entendemos los mundos abiertos, sino también la física de los mismos y su comportamiento a nivel elemental. Eiji Aonuma y su equipo han sabido mantener el interés del jugador con regalos, guías y trucos que han tenido vivo un juego de marzo ya casi entrados en el siguiente año. Sus contenidos descargables, sin embargo, se han quedado un poco más atrás. Ojo, no digo que no sean recomendables ni mucho menos, pero sí que parecen dos oportunidades perdidas de hacer algo increíble en las que lo que más brilla, al final, es el faro de una moto que bien podría haber sido un Amiibo. Si es que no lo es dentro de unos días, claro.

 

¡Nos leemos!


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