El mal sabor de boca de 2014
Hace unas semanas estaba hablando con Alejandro Pascual, antiguo miembro de esta sagrada casa, sobre cuáles eran los juegos con mejor historia y más innovadores de 2014. Tras echar un vistazo rápido vi que no había nada que pudiese sostener con firmeza y proclamar “esto”. Ahora que estoy preparando mi lista de GOTYs reviso los juegos por los que he pasado este año y no veo mucho que realmente me enamore, me apasione. Más bien lo contrario. 2014 ha sido un año raro. Creo haber oído por ahí que algunos lo consideran el peor año que hemos sufrido en mucho tiempo. Puede ser, pero del mismo modo que no veo este como un buen año, tampoco osaría tildarlo de nefasto.
No es lo mismo ver venir un fracaso que llevarse una sorpresa desagradable, y 2014 ha estado repleto de ellas. Es muy probable que el mal gusto en nuestros paladares se deba a que la industria ha mostrado su peor faceta. 2014 ha sido no sólo el año de las grandes decepciones como Watch Dogs o Destiny; ha sido también el año de Sonic Boom y los juegos lanzados a medias, el de Assassin’s Creed Unity y una Ubisoft sin interés in pasión por lo que hace. Si alguien nos ha defraudado este año ha sido la industria AAA, ya sea de palabra, obra o, sobre todo, omisión. 2015 tiene que ser un mejor año sí o sí, no sólo porque tras el bajón presente lo único que podemos hacer es subir sino porque la gran mayoría de lanzamientos se han atrasado al próximo año. Los juegos AAA, en los que la gran mayoría confía para hacerles disfrutar y proporcionar calidad, han estado en otra parte y han llegado tarde y mal, con la camisa por fuera y sus textos sin estudiar. Ha sido un lío demencial.
También ha sido el año de GamerGate, que por desgracia aún sigue coleando aunque ya no ocupe portadas. GamerGate ha sido un foco de mala praxis y enfrentamientos para todos, prensa, industria y público. La relación de confianza y pasión que debería unirnos nunca ha estado tan separada y ahora todos se odian entre ellos, encerrados en sus pequeñas burbujas donde sólo escuchan el eco de sus propias opiniones. Es una división cuyos remanentes aún se ven, y no hay nada que me inquiete más que la idea de que esta dinámica puedan continuar en 2015. No espero que de pronto den las campanadas y todos seamos felices y tan amigos, pero cualquier situación que no sea esta se agradece.
Entonces ¿ha sido 2014 un mal año? Desde luego ha sido un año peor, pero al mismo tiempo ha tenido sus momentos. Los videojuegos nos han dado This War of Mine o The Banner Saga y, aunque parezca una tontería, GTA V y su modo en primera persona ha ofrecido momentos de mucho entretenimiento y reflexión. Aunque no esté totalmente de acuerdo con su implementación (sigo prefiriendo un modo cine cual Halo 3), el trasunto de Instagram incluido en la versión remasterizada de The Last of Us ha permitido hacer lo que me parecía imposible: un reportaje hecho por un fotoperiodista de guerra que explora la naturaleza y representación del caos y la violencia dentro del propio juego de Naughty Dog. Hemos visto a muchos autores tomar su propio camino, Hideo Kojima ha sorprendido al mundo al salir finalmente de los límites de Metal Gear con una demo que ha resultado más interesante que la gran mayoría de títulos del año. Nintendo ha seguido subiendo el nivel hasta situarse como la compañía más fiable y con mejores exclusivas, entregando un excelente Mario Kart 8 o publicando el tan esperado Bayonetta 2. Hay muy buenos juegos en 2014 y Shovel Knight o Alien Isolation han sido muestras de que se puede hacer más que explotar la nostalgia o hacer un juego deprisa y corriendo para aprovechar una licencia.
Pero 2014 no ha sido la mejor versión de sí mismo. El inicio de una nueva generación debería ser un momento de esperanzas y exploración, pero todos estamos cansados y queremos que el día termine ya. Los AAA no han ofrecido un Dark Souls o un The Last of Us, entre los éxitos indie no se cuenta algo como Papers, Please y el modelo de Telltale, que era tan refrescante con The Walking Dead, ya empieza a oler. Quizá un día, dentro de unos meses, medio año, miremos hacia atrás y podamos pensar mejor de este año, sin tanto negativismo. Desde luego hay mucho que esperar y mucho que mejorar. Sólo espero que el próximo año sea tan bueno que, en comparación, este sí parezca una catástrofe.
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