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El hype como estrategia de doble filo: una manera de llevar a una comunidad al desinterés y a la desconfianza

La ilusión es muy efímera
Por Brenda Giacconi

El crecimiento económico y tecnológico de los videojuegos ha llevado a que éste se expanda hacia otros departamentos de los que puede beneficiarse perfectamente. Hace tiempo que se ha demostrado la relevancia del marketing clásico en la industria, pues, como ocurre con cualquier producto, se establece como una estrategia que invita a comprar o reservar un título a través de las emociones que se transmiten con sus presentaciones, imágenes, gameplays y tráileres. No obstante, esta ilusión por un nuevo juego, más conocido como el ‘hype’ en la comunidad internauta, puede ser un arma de doble filo para los estudios desarrolladores, ya que afecta más de lo que parece al conjunto de jugadores.

 

Las compañías son capaces de crear hype muy fácilmente: vídeos trabajados (pero que no sean necesariamente del juego en sí), conceptos innovadores sobre el papel, aparición de personalidades como colaboradores… Pero esta misma emoción transmitida en los meses previos a un lanzamiento puede verse interpuesta con muchas variables que desinflen la ilusión general. El juego puede no ser tal y como se esperaba, sale al mercado totalmente descuidado y con fallos o, a pesar de que concentraba todo su atractivo en una mecánica original, ésta no se desarrolla debidamente a lo largo de la partida. Y esta decepción, tal y como hemos podido presenciar a escala global con Cyberpunk 2077, se puede convertir fácilmente en una larga espera para poder catar una aventura que debería estar terminada desde el primer día generando una sensación de estafa y resentimiento.

 

Bug en Cyberpunk

 

El director de Ori and the Blind Forest, Thomas Mahler, explotó el otro día en Resetera a raíz de esta dependencia de los estudios hacia un marketing trabajado y efectivo, pero falso, que lleva a una decepción generalizada de los desarrolladores y la comunidad. El CEO de Moon Studios nos recuerda algunos ejemplos como el reciente fallo de CD Projekt RED o una anécdota propia sobre No Man’s Sky. En definitiva, las compañías han jugado con nuestros sentimientos demasiadas veces, pero siempre volvemos a caer en sus endiablados encantos. Son irresistibles: muchos estamos esperando con ansia la fecha de lanzamiento de Silksong, nos han enamorado con una vampiresa de casi 3 metros a la que queremos ver ya en pantalla y, aunque no sabemos nada de Miyazaki, nos morimos por saber algo más de Elden Ring.

 

Esto, aunque contradictorio, es completamente normal dentro de un hobby que nos encanta y del que disfrutamos consumiendo cada producto, noticia y actualización. Inherentemente, nos emocionamos al sentirnos parte de una comunidad tan grande. No obstante, estas burdas estrategias de las desarrolladoras también afectan a largo plazo. Probablemente sea solo una percepción mía, pero noto que cada vez me emociono menos con detalles de próximas entregas que, en el pasado, me habrían ilusionado mucho. Será porque tengo una lista de pendientes cuya mirada noto constantemente en la nuca. O porque ya he adoptado una posición automática de no-hype cuando veo un título al que no podré poner las manos encima. Pero considero que estos engaños perpetrados por los estudios son, en parte, responsables de esta sensación.

 

Silksong

 

Quizás la cuestión es que ya no somos niños, y por desgracia hemos perdido esa ilusión infantil que no llevaba a mirar ensimismados las vidrieras de las tiendas de videojuegos y la hemos sustituido con una mirada más crítica, pero cada vez que una compañía de videojuegos da un paso que perjudica al jugador surge la frase “no son tus amigos, es una empresa que solo quiere tu dinero”. Y no les falta razón. Incluso es posible que esta reiteración constante, tanto en las redes sociales como en las noticias de las que nos informamos, formen parte de todo ese desinterés por la espera de un nuevo título.

 

Es una lástima que tantos meses de espera se rompan como un cristal al ver un resultado final tosco que no alcanza las expectativas creadas. Y es todavía peor que dicha mala gestión afecte a nuestra percepción de la industria, a pesar de que no nos equivocamos al escribir afirmaciones como la que he mencionado en el anterior párrafo. Podría seguir comentando las negatividades que siguen a ésta como si de piezas de dominó se tratara, pero prefiero que, teniendo todo este artículo en mente, y sabiendo que naturalmente este sector tiene sus altibajos, nos quedemos con esos títulos cuyo hype estaba justificado. Y quizás hemos disfrutado de esa entrega en concreto hace años, siendo todavía críos, pero ya es suficiente como para seguir teniendo esperanza en un sector con tantas posibilidades.


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