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El gran papel de las suscripciones

Cuando Harry encontró a Lara
Por Rafa del Río

Tras más de dos semanas jugando en exclusiva a Assassin's Creed IV: Black Flag -y los movijuegos de MGSmart, aro- el sábado me dió por querer cambiar de juego, cansado de tirarme todo el día silbando 'What do we do with the drunken sailor' y subiéndome a las jarcias a la primera de cambio. Trinquete, juanete, cangreja y, como soy más vago que el encargado de calidad de Ubisoft, opté por probar alguno de los juegos gratis del Plus para no tener que levantarme y cambiar el Blu Ray de disquetera.

 

Oye, lo de las sucripciones mola.

Y lo digo sabiendo todo lo malo que tienen: la obligación de pasar por caja para tener multijugador online, un servicio pésimo en todos lo casos, la posibilidad y el riesgo de que te roben los datos bancarios a nada que la compañía se descuide y cosas como el ataque de los niños lagartos estas navidades que nos dejó sin durante mucho tiempo.

 

Sin embargo, y a pesar de los pesares, las sucripciones tienen varias cosas buenas, y entre ellas está la de conocer y jugar videojuegos que, por su género, nunca habríais llegado a probar de haber tenido que pagar por ellos, especialmente Xbox live Playstation Plus por el caracter obligatorio de estos regalos.

 

Sin ir más lejos, el mes pasado descubrí esa divertida chorradilla de Rocket League que tiene loco a medio fandom, por fin puse las manos en Metal Gear Solid V Ground Zeroes y ahora no me quito de la cabeza las ganas que tengo de que llegue septiembre, y pude disfrutar del preciosista Rain. Este mes he redescubierto Limbo, he flipado con Sound Shapes y tengo a Kratos en la nevera de Play 3 para que no se desmaquille mientras disfruto mucho, pero mucho más de lo que pensaba, con esa historia tontorrona pero con una estupenda jugabilidad de Lara Croft and the Temple of Osiris.

 

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Qué nos gusta quejarnos, oye

Y lo hacemos ya con un talante y una profesionalidad que asusta. Que protestar porque el multiplayer se haya hecho de pago tiene su lógica, pro cuando ya se protesta por los juegos que se regalan, por los contenidos de los mismos o porque las compañías no aciertan con aquello a lo queremos jugar de gratis, la cosa asusta un poco. Cuando para colmo ya se llega al punto del '¡¡Sony quiere que votemos nuestro juego favorito!! ¿Cómo se atreven en confiar en nosotros? ¡Qué ardan!', me entran ganas de cambiar de afición y decir que nunca fui videojugador.

 

No sé, a lo mejor soy demasiado permisivo con las compañías, pero recuerdo que hace unos años... MUCHOS años, el mejor invento que salió al mercado se llamaba Micro Hobby, una revista que seguía el estilo de Load'N'Run y todos los meses regalaba una cassette con varias demos y minijuegos de Spectrum a un precio de 395 pesetas (unos 2,40 euros al mes) que ascendían a 595 pesetas (3,60€) con los especiales y cuando traían juegos completos. Si pensamos que han pasado más de 25 años de esos tiempos y que en la actualidad las suscripciones oscilan entre los 4 y los 5 euros mensuales, que siempre hay juegos completos y que cada vez se hacen más esfuerzos por ofrecer cosas interesantes, la verdad es que me parece que las quejas son excesivas.

 

Supongo que vivimos tiempos de modas y que duele ver cómo el Plus de Play 4 no es el mismo que el del 3 (normal, hay que esperar a que haya más catálogo). Sea como sea, las suscripciones siguen sirviendo para conocer juegos, probar nuevas experiencias y descubrir que tal vez haya títulos que te gustan aunque nunca hayas apostado por ellos. Y verano es el mejor momento para estos experimentos. 

 

¡Nos leemos!


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