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El dilema de las booth babes

Horror sin horror
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Recuerdo el Gamefest de 2011. Algo que recuerdo con especial claridad era la sala donde se presentaba Saint's Row: The Third; había una limusina que daba acceso a una sala con luces bajas, dos pantallas y un pequeño escenario. Cuando el público entraba, salía una modelo en bikini a hacer un baile llamémoslo "sugerente" utilizando una barra de metal adecuadamente situada en el centro. Le pondría un billete de cinco en el tanga, pero ay, había un cristal separándome de mi amor platónico.

 

Ni siquiera recuerdo si ponían el tráiler de Saint's Row: The Third, o si iba antes o después. Sólo recuerdo que la cola para entrar a la limusina era inmensa y que algunos repitieron. No sé por qué, pero no creo que fuese porque tuvieran ganas de ver el tráiler de nuevo.

 

Las booth babes son una de esas incómodas espinas que tenemos clavadas y no sabemos qué hacer exactamente con ellas. De modo que lo mejor que podemos hacer para pensar en su futuro es reflexionar sobre su utilidad.

 

Oh, por si no sabéis qué es una booth babe, aquí tenéis una.

 

 

Estas atractivas modelos en ropa más reveladora que el giro final de El Sexto Sentido, dicen, sirven para vender. Es como un RTS: pones a una de estas divas en una posición estratégica y ¡puf! Público. Gente haciendo fotos. Frikis babeando.

 

Sin embargo, me remito al ejemplo de Saint's Row: The Third. Este año en la Madrid Games Week había booth babes en el stand de un juego de carreras de fórmula 1. Podéis comprobar el efecto publicitario de forma anecdótica en mí: recuerdo a la perfección su ropa, su escote y el hecho de que cambiaron su traje, pero no tengo ni idea de qué juego vendían.

 

Ni siquiera miré a la pantalla.

 

No me toméis por un pervertido, no es que las estuviera mirando a los pechos constantemente. No soy ese tipo de persona, y me gusta pensar que vosotros tampoco. Lo que vengo a decir con esto es que quizá las booth babes no tengan tanto sentido publicitario porque llaman más la atención que aquello que pretenden vender. Sólo tenéis que mirar a las distintas galerías de fotos que aparecen en ciertos medios después de cada gran evento ¿qué os están presentando? Es más, la imagen que os he puesto antes es del CES de este año ¿sabríais qué está promocionando?

 

Hace cosa de una semana Spencer Chen, jefe de márketing de Frontback, habló sobre cómo estas modelos podían ser incluso dañinas. No por todo ese rollo de degradar la imagen de la mujer, no.

 

Es porque simplemente no saben de lo que hablan.

 

No estoy aludiendo al cliché de que las tías buenas son idiotas. El problema aquí es que tenemos a alguien contratado para representar a una compañía en un stand que no está especializada en aquello que vende la compañía. Están ahí porque son guapas. Como explica Chen, si un directivo o representante acude al stand, la booth babe difícilmente podría hacer mucho para resolverle dudas o hablarle sobre qué demonios está promocionando. Del mismo modo, si alguien del público se acerca y tiene alguna duda, lo más probable es que la modelo no sepa solucionarla. Chen continúa para hablar sobre cómo, a lo largo de varias ferias, estuvo a cargo de dos stands similares y decidió hacer un experimento: en uno puso booth babes y en el otro puso gente especializada en el tema. El stand con los especialistas acabó recibiendo el triple de visitas que el de las booth babes.

 

Porque esto nos lleva al siguiente punto: estas modelos intimidan.

 

 

Imaginadlo: sois un pobre diablo en una convención y de pronto tenéis a una mujer salida de vuestras fantasías más húmedas, vestida con ropas que os invitan a soñar y con una sonrisa que deslumbraría a los ciegos. Si sois el público medio, lo más probable es que hablar con ella os resulte una tarea incómoda. Incluso una reportera de Venture Beat habla sobre cómo a ella, que se considera a sí misma guapa, le cuesta hablar con una booth babe sin sentirse extraña. Las propias modelos hablan sobre cómo la gente les fotografía desde lejos, habla con ellas sólo para pedirles entre balbuceos que posen para una foto o incluso les hablan sobre sus fetiches (que luego piden que hagan).

 

Entonces ¿por qué están ahí las booth babes?

 

Chen tiene varias respuestas. En primer lugar, los equipos de márketing suelen tener un presupuesto ridículo y están infravalorados, y tienen que pasar por varios filtros para aprobar cualquier decisión. Además, aquellos que van a pasar la mayor parte del tiempo en las ferias suelen tener una voz en esta toma de decisiones, y ya que vas a estar en un stand rodeado de la misma gente durante horas ¿qué mejor que tener a alguien atractivo y amable a tu lado? Por último, Chen habla sobre cómo los directivos siguen teniendo una visión muy tradicional de la publicidad en la que lo importante es llamar la atención, no vender el producto en sí. Marcin Iwinski, presidente ejecutivo de CD Projekt RED, habla sobre cómo son 'el truco más barato', lo que las hace una elección fácil y segura, sobre todo si hablamos de ferias en las que la mayoría del público es masculino.

 

Así visto, parece que las booth babes tienen su futuro garantizado, al menos a corto plazo. Y quizá puedan conservar su valor, pero para ello tiene que haber cambios. Hay casos que destacan, como Jessica Nigri, probablemente la modelo de videojuegos más famosas y conocida por sus campañas para títulos como Assassin's Creed 4, Killer is Dead o Lollipop Chainsaw (¿veis? ¡Me acuerdo de qué promociona!). El truco de Jessica es que no sólo tiene un cuerpo esculpido por los dioses sino que además es una friki en toda regla y sabe de lo que habla. Me opongo a las booth babes como modelos que estén sólo ahí para ofrecer algo bonito a lo que mirar: si voy a una feria de videojuegos, querré ver videojuegos. Pero si tan desesperados están los de márketing por poner un par de tetas, estaría bien que al menos las integraran en el propio stand en vez de tenerlas como modelos. Que sepan de lo que hablan, que puedan contribuir a la feria en vez de estar en un espacio independiente. Si no, todo lo que están haciendo es interrumpir y llamar la atención de la forma equivocada.


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