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El dilema de Arkane con Dishonored

Innovar o tirar de secuelas
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Interesantes declaraciones de uno de los mandamases de Arkane. Después del exitazo crítico de Dishonored, uno de esos que nos han cogido a todos un poco por sorpresa (al que esto escribe el primero, debo admitirlo), uno de los diseñadores del título, Harvey Smith, ha declarado que tiene sentimientos encontrados frente a una posible secuela.

 

Dice el buenazo de Harvey que a una parte de su yo le encantaría hacer "más entregas basadas en ese mundo" pero que la otra parte "desea cerrar esa puerta permanentemente". Chritophe Carrier, cofundador del estudio, le dejó más que claro a nuestro compañero Alejandro Pascual que apostaba por la innovación pero, siempre hay un pero, que si Dishonored funcionaba no les dolería hacer una secuela. No le culpamos porque está ante un dilema tan viejo como la vida misma: aprovecharse de la gallina de los huevos de oro ahora que ha encontrado una mina o aprovechar ese prestigio para dedicarse a otros proyectos para los que, estamos seguros, no le faltarán pretendientes.

 

A nosotros nos queda más que claro que Bethesda va a querer más Dishonored. Encaja perfectamente en la estrategia de lanzamientos de la editora que poco a poco va cubriendo nichos de mercado (a los ya conocidos de la fantasía medieval y la ciencia-ficción apocalíptica) con lanzamientos que se ganan una considerable base de seguidores. El problema, a estas alturas, es saber si Arkane se va a encargar de poner cara a esa más que posible secuelitis.

 

Bethesda es uno de esos editores que ha demostrado en esta generación que sabe administrar más que bien sus títulos. De hecho, nadie más puede sacar pecho y decir que ha ganado tres galardones al juego del año en los últimos seis ejercicios, hecho que el estudio ha conseguido gracias a Oblivion, Fallout 3 y Skyrim. Quizá a Activision le parezca una aberración desperdiciar todo ese potencial con una estrategia de lanzamientos cada cuatro años pero las cifras hablan por sí solas y Bethesda, con el mogollón de dinero que amasó gracias a la quinta entrega de The Elder Scrolls puede dar fe de ello: tomarse su tiempo para hacer un AAA en condiciones tiene su recompensa.

 

Nos quejamos de la secuelitis en nuestro medio y es perfectamente comprensible. Todos, prensa y jugadores, ansiamos nuevas experiencias, nuevas historias, nuevas propuestas pero el videojuego es un negocio y todos sabemos que las empresas están para ganar dinero. El mismo Carrier, en otra cita que le regaló a nuestro compañero, compartía ese punto de vista: "Hacer una nueva licencia es muy difícil porque nadie te conoce, acabas de salir y lo más difícil de todo es que la gente vea y empatice con todo el mundo y todos los personajes que has creado. Es una de las cosas más difíciles de hacer en esta industria". 

 

En ese punto intermedio entre la secuela pura y dura y el chorreo de juegos diferentes a lo Platinum es en el que mejor se mueve Bethesda y en el que los jugadores, creo también nos sentimos a gusto.

 

Fallout 3

 

Me explico, no conozco a jugadores hastiados de un nuevo Elder Scrolls, un nuevo Fallout, un nuevo Zelda o un nuevo GTA porque cada uno de ellos es un juego independiente en sí mismo. Sí, todos comparten un mismo universo, se enmarcan en escenarios que tienen referencias a títulos anteriores, pero también son juegos que se pueden disfrutar por sí mismos. Se disfrutan más si eres un seguidor de la serie cierto, pero en su individualidad son propuestas altamente disfrutables.

 

Del otro lado de la balanza esta la fotocopia sistemática. Un camino con el que incluso está comenzando a flirtear Nintendo y sus New Super Mario. Volvemos sobre los puntos anteriores: como juegos son muy divertidos pero la fórmula comienza a sonar a repetida cuando al jugador hardcore le apetecen otras experiencias. El problema, como de costumbre, es el mercado. Un mercado que en el caso de los New Super Mario, del Call of Duty de turno o de los FIFA y PES de cada año habla alto y claro: riesgos los justos. En ese equilibrio entre ambas prácticas puede estar la solución.


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