El dedo en la llaga: ¿Estamos siendo justos con el mercado?

[Aviso, éste artículo contiene críticas a los medios , a los compañeros, a las compañías y, probablemente, a ti, pero es un poquito sin querer, así que vamos a intentar no ofendernos demasiado]

 

Estamos de enhorabuena, el mercado del videojuego se expande. Mientras las grandes corporaciones se esfuerzan con las superproducciones de éxito asegurado a base de campaña publicitaria y ruidito chachi, los miembros descolgados del equipo capital fundan pequeños estudios con los que endulzarnos la espera entre lanzamiento estrella y tropezón. Las plataformas de descarga se llenan de F2P y títulos independientes, y mientras vivimos la unificación histórica del viejo y el nuevo mercado, los medios tratamos de estar a la altura con los mismos baremos de siempre. Y digo yo...

 

¿No la estaremos cagando?

Hace poco me hice con una Playstation 4 en un momento en el que la cosa no estaba para dilapidar en juegos y tampoco había mucho catálogo en la Next Gen. Ni corto ni perezoso, me puse a descargar todo lo habido y por haber en la red aprovechando mi Playstation Plus, que, por cierto, recordadme que en marzo me vence y tengo que renovarlo. Al principio todo fueron vivas y alegrías: Puaf, qué chulo el Resogun, mira qué gozada cómo se mueve. Dios, qué acojonante el Contrast, qué artístico, qué bonito y qué todo. Guau, cómo me pone Don't Starve, y no hablemos de Outlast, ¡es la caña!

 

 

El sábado pasado me terminé Outlast y escribí una reseña de lo chulo que me había parecido, de lo bien que retoma el viejo concepto del miedo, y de la resolución, la profesionalidad del equipo que lo ampara, lo logrado de la ambientación... Hoy he cogido el texto para apoyarme en él al hablar de los juegos de terror y he tenido que empezar de cero, ya que me ha parecido una auténtica basura. ¿Por qué? Porque los usuarios estamos perdiendo el norte y nos estamos convirtiendo en José Luis Garci.  

 

El síndrome del cine de autor.

Supongo que os habréis dado cuenta la mayoría, pero los medios y los jugadores son -somos- cada vez más permisivos con los juegos de estudios independientes. Paralelamente, nos volvemos más radicales y exigentes con las grandes producciones. Si encima éstas últimas tienen un número detrás o han tenido un éxito de ventas desmesurado, entonces hay que ir a hacer sangre, con la espada por delante y sin remordimientos. ¡A la yugular! Y yo me pregunto, ¿tiene sentido todo esto?

 

 

Si lo miráis con perspectiva, con la misma perspectiva que utilizamos para poner a parir a estos títulos AAA, la cosa es absurda. Por un lado criticamos a Contrast: "Es un juego muy artístico, la musiquita de Jazz mola, hombre, sólo son dos horitas, pero es normal, ¿qué vas a pedir por 20 lerus?" y por otro criticamos a Call of Duty Ghosts: "¿Cómo se atreven a seguir tirando de la misma tecnología? ¡Nos están tratando fatal! El modo campaña un jugador es muy tonto, no han añadido casi nada, el argumento es pobre, menuda mierda... ¡¡Ladrones!!"

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¿¡Estamos tontos!?

Porque resulta que Contrast, un título que puede resultar entrañable pero que, francamente, no da para mucho, es totalmente salvable y digno de elogio, mientras que Call of Duty Ghosts, que sí, podría ser mejor pero es espectacular y rompe un poquito con lo de toda la vida, es una mierda. ¡Joer! ¡Que nos liamos a tiros en el espacio, tío! A poquito que lo pensamos, la cosa tiene poco sentido.

 

 

¿Cuál es el problema?

Os lo pregunto totalmente en serio, porque francamente, no lo sé. ¿Qué es lo que me llevó a poner por las nubes a Outlast y no tener en cuenta lo aburrido de su mecánica, lo pronto que se nos pasa el susto o lo ridículo que es en ocasiones, como cuando los dos internos se ponen a decir que nos van a comer y nos van a hacer tal y cual? ¿Por qué nadie ha hablado de los numerosos fallos técnicos que tiene? ¿Soy el único al que se le ha escacharrado tres veces el sonido al caer al agua?  

 

Y siguiendo esta línea de pensamiento, ¿por qué todo el mundo habla de lo bonito y artístico que es Contrast pero nadie menciona que es un soberano coñazo más simple que el mecanismo de un botijo y más repetitivo que una temporada de Bioman? Y eso por no hablar del retardo de respuesta, que en un plataformas es un delito capital, lo machacón que se vuelve el rollito Amelie a la larga o el sucio truco ese de las siluetas para ahorrarse todo el rollo de creación de personajes. Y por favor, no me hagáis hablar de Don't Starve...

 

No lo sé, pero creo que los usuarios, los medios, la prensa, las compañías y todos, en general, estamos perdiendo un poquito el norte. No tiene sentido defender un juego mediocre amparándonos en que sólo cuesta 20 pavos y luego atacar una superproducción con un modo multijugador sólido únicamente porque el Blu ray no sale de su estuche y nos hace el café por las mañanas. Éste medio cada vez me recuerda más al del cine, lleno de paradojas y absurdos, de bocas que aplauden títulos infumables sólo porque no hacerlo sería quedar como idiotas y de intereses tan retorcidos que ya nadie recuerda en qué consisten.

 

 

Así que, con vuestro permiso, yo voy a salir del armario: Me gustan las superproducciones. Me encantan los títulos largos y espectaculares, los títulos cortos pero llenos de acción como CoD y los sandbox como GTA. Disfruté como un enano jugando con Saints Row IV, sin complicarme mucho la cabeza, y Skyrim me decepcionó respecto a Oblivion. Señores del jurado, los juegos indies, a la larga, se me hacen infumables en la mayoría de las casos.

Aunque no siempre.

Y sí, comprendo que debemos tener en cuenta el empeño que supone un juego independiente respecto a una superproducción o título AAA. Entiendo que hay que apoyar al mercado y acatar una serie de reglas no escritas, pero aún así, no considero que estemos siendo justos. ¿Habría que diferenciar entre juego independiente e indie en las valoraciones? ¿Deberíamos dejar de ser tan gafapastas y tan chachis y reconocer que hay juegos "artísticos" que no tocaríamos ni con un palo? ¿De verdad es justo pensar en la relación calidad-precio de un mercado que oscila más que la barriga de Homer saltando a la comba?

 

No lo sé, la verdad, lo que sí tengo claro es que la cosa se nos está yendo de las manos y quizá ha llegado el momento de cambiar el modo de actuar.

 

¡Nos leemos! 

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