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El creador de Wing Commander no cree en las nuevas consolas

Donde esté el PC...
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Cuando alguien como Chris Roberts habla, es bueno escucharle. Aunque a día de hoy se dedica de pleno al cine (os enlazo a su página en imdb), en su momento fue el máximo responsable de una serie de maravillosos juegos que extralimitaban las posibilidades de los ordenadores de la época. Para ponernos en situación, Roberts comenzó realizando un simpático programa para BBC Micro llamado Wizadore, el cual fue publicado por Imagine (ya por entonces subsidiaria de Ocean Software). De ahí pegó el salto a Origin Systems, la mítica compañía de Richard Garriott, donde colaboró, cómo no, en un juego de la saga Ultima, concretamente en la quinta entrega. Pero de manera paralela, nuestro hombre pudo demostrar su valía con Times of Lore, un RPG muy a la usanza de las maneras que vestía la empresa de Garriott.

 

El éxito de este juego de rol (hasta tuvo bastante aceptación en Japón gracias a su conversión a NES) propició el que Roberts pudiera embarcarse en un proyecto de tamaño mayor, muy relacionado con sus ganas de realizar algo épico y absolutamente cinematográfico. Siempre con los grandes combates estelares de Star Wars en mente, cogió a los mejores hombres de Origin y, junto a ellos, dirigió, diseñó, programó y hasta dibujó los gráficos de Wing Commander, un espectacular juego de acción espacial repleto de dinamismo, narrativa y atronadoras virtudes audiovisuales. Salió originalmente en PC y compatibles para ser convertido al ordenador Amiga, a Super Nintendo y a Mega CD, y su salvaje popularidad propició el que tuviera hasta tres secuelas y una serie de spin-offs a cual más espectacular.

 

El tremebundo tamaño de sus juegos le da bastante derecho a opinar sobre lo que se cuece de cara al futuro, máxime viniendo de un hombre que hasta cierto punto decidió prescindir de las limitaciones del hardware para extender en la medida de lo posible lo que su imaginación le dictaba. Desde su cómodo retiro al mundo del cine, Chris Roberts decidió regresar al mundo de los videojuegos con la idea de producir algo ciertamente ambicioso, hasta el punto de que este Star Citizen que tiene en mente quedará confinado a los entornos de los ordenadores personales por el mero hecho de ofrecerle un potencial que no se vea lastrado por los límites tecnológicos.

 

 

En su haber tiene el hecho de que no descalifica lo nuevo de Microsoft y Sony de manera tajante, reconociéndoles su utilidad de cara a acercar aún más a la gente a lo que es el ocio electrónico. Pero también afirma algo que ya sabemos los que somos usuarios de PC: las próximas máquinas llevan en sus tripas un retraso en lo que a capacidad de proceso se refiere, no pudiendo competir con una computadora que esté a la última. Y, con ello, el desarrollador tiene que ajustarse al coto tecnológico. En sus palabras suena incluso más contundente:

 

Lo triste es que una computadora de alto rendimiento de hace dos años ya era más poderosa de lo que traerán las consolas de siguiente generación."

 

Roberts continúa: 'Hace una década me sentía muy frustrado por imaginar cosas maravillosas y no poder plasmarlas, o de precisar de miles de millones de dólares para poder llevarlas a buen término', aclarando con esto una de las causas por las que decidió abandonar el mundo del videojuego a favor del celuloide. Refiriéndose al PC en lo que a desarrollo se refiere, dice que 'con las tecnologías actuales cualquier fantasía es posible; y lo mejor de todo, a un costo accesible'. Interesantes reflexiones, qué duda cabe... pero servidor prefiere otorgar a las máquinas venideras el beneficio de la duda.


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