El bucle del E3

Volvemos un año más a las puertas de la feria del videojuego de Los Angeles, lo que se conoce como el evento más importante del año en nuestra querida industria, y la ilusión está ahí, pero más la ilusión por ver nuevo material de algún producto deseado que por ver los grandes nuevos anuncios, que cada vez son menos.

Las conferencias siguen teniendo un efecto especial, pero perfectamente se ha demostrado que cualquier retransmisión en diferido hecha desde un estudio y sin lugar a fallos tiene el mismo efecto y menos molestias que convocar a medios de todo el mundo en un teatro gigantesco para que retransmitan lo que todo el mundo puede ver desde la comodidad de sus casas. Pero más allá de eso, Las conferencias tienen cada vez menos sentido porque muy poco de esa hora u hora y media que duran, está dedicado a nuevos anuncios de videojuegos, y el goteo de información cada vez empieza antes.

Parte de un E3 es un gran bis del E3 anterior y un pequeño bis de hace dos años, es una demostración extendida de lo que un año antes sólo era un tráiler. Otra parte de un E3 va de ampliar detalles (y no mucho) y detallar exclusividades a medias sobre anuncios que se han realizado días o semanas antes a modo de teaser, de «os decimos que esto existe antes de que alguien lo filtre, que para arruinar la sorpresa ya la arruinamos nosotros directamente creando hype con una campaña de marketing vacía», porque se ve que es más efectivo tener ese minuto de gloria unos días antes en base a nada, tener tu propio trending topic y tu propia noticia destacada, que aparecer entre un centenar de noticias por completar de las conferencias. La otra parte de un E3 es la que sigue importando, la de los ases bajo la manga, la de las sorpresas y los golpes de efecto.

Pero, ¿y las impresiones de los productos del E3 de primera mano, los detalles vertidos a raíz de ellas y las entrevistas con los desarrolladores con información de primera mano? Lo mostrado en esa parte emocionante de la sorpresa de un E3 rara vez suele estar disponible para esas tomas de contacto posteriores al anuncio, suelen ser las que se pueden probar un año después, cuando todo el mundo ya tiene una idea más o menos creada del producto a raíz de la estudiadísima información vertida con cuentagotas.

En casos así, puede existir la posibilidad de ver la misma presentación de la conferencia de forma ampliada de manos de los creadores, una demo que se hará pública unas semanas después y que puede arrojar algo más de luz, pero que tampoco es 100% representativa de cómo será el juego final. En cualquier caso, la presencia de los desarrolladores y la posibilidad a entrevistas suele ser anecdótica, ya que en la mayoría de los casos tienen el discurso tan guionizado que nunca pueden decir nada más allá de lo que ya han mostrado, como si no pudiesen hablar del proyecto con pasión.

No quiero llamar a la desilusión, junio sigue siendo un mes fantástico para toda la gente que disfruta con los videojuegos, pero todo se aleja cada vez más del E3, o de la idea de E3 que tuvimos durante muchos años. El exceso de información cada vez más pefectamente calculada, las mayores facilidades de las desarrolladoras y editoras para dar dicha información directamente a los consumidores a través de todo tipo de redes sociales que cada vez son menos sociales y más propagandísticas y el hecho de que todo esto se reparta entre muchos más días que esos tres fantásticos de mediados de junio, termina por llevar a pensar que estamos ante uno de los últimos años de la famosa Electronic Entertainment Expo de Los Angeles. Quizá el próximo año aún siga con más de la misma fórmula, pero de aquí a cinco años la idea del E3 tal y como lo conocemos puede que sea sólo un buen recuerdo.

PD: Repetir texto el año que viene.