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El arte de no decir nada y la fortuna de jugarlo en solitario

No todo es ser un feeder
Por Kysucuac

El arte de no decir nada y que la gente lo comprenda, ese mágico concepto que nos ocurre a los mandos de un videojuego, que antaño se hacía mucho y que con las nuevas tecnologías nos permiten sacar, incluso, más partido a ese noble arte. Que se lo digan a Starbreeze y a su Brothers, su último juego lanzado en sistemas digitales y que nos ha encandilado. Es complicado describir el principio sin chafaros la sorpresa, pero es tan mágico que prefiero callármelo. Me resulta inevitable llevarme el debate al manido cine vs videojuegos, pero es que viene de cajón a las presentes preguntas que me hago.

 

La solitud de tu sala de estar, el mando, sofá y auriculares es única. Si se crea esa simbiosis entre el juego y la persona vives momentos mágicos, y durante la breve pero intensa experiencia de Brothers, te garantizo que no echas de menos nada más. Por eso pienso en la suerte que tenemos de disfrutar de un ocio como el nuestro, en el que podemos graduar con todo tipo de experiencias el grado de gente con la que compartimos nuestros juegos. Os confieso que estaba refrescando conceptos (y disfrutando) del multi de Black Ops 2 minutos antes de ponerme con Brothers, y qué decir que la comparación entre una experiencia y otra es como la noche y el día.

 

¿Se imaginan ese concepto en una sala de cine? ¿Os habéis planteado, por cierto, lo imbécil que llega a ser la gente que va al cine? Comentaristas accidentales especializados de escenas de riesgo o terror que hablan más que Pepe Domingo Castaño o Paco González en Tiempo de Juego o gente que al entrar a ver Los Miserables y ver subtítulos se marcha corriendo de la sala. Lo mágico del cine queda sepultado, a veces, por culpa de cuatro paletos ignorantes que se piensan que están en el salón de su casa con el último screener lamentable que se han bajado en su Pentium 4 de hace casi 10 años, pero en el caso del videojuego, eso no ocurre.

 

El tutorial más corto de la historia

 

El que se compra el juego se jode, se calla y libra su batalla si molestar a los demás. Que a fulanito le parezca una mierda que el idioma que se habla en Brothers sea inventado nunca lo llegarás a saber; en el caso de estar en un cine lo sabrías desde el minuto uno, y si te atreves a discutirle quizás acabas en la calle emulando Final Fight. La experiencia solitaria de tu casa, la convergencia y el vínculo creado entre juegos como la presente producción sueca, la televisión y el mando resulta sencillamente impagable, fuera de todo riesgo o problema de ser chafada por el imbécil ignorante de siempre.

 

Brothers, además, es un ejemplo para los juegos digitales de su misma índole: algo más de cuatro horas de aventuras con mucho arte y encanto, con preciosos escenarios y un exquisito gusto por plasmar escenas que llevarán a reflexionar. La cooperación entre los hermanos nos recordarán inevitablemente a situaciones cotidianas, a relaciones con nuestros propios hermanos o hermanas que deben ser solucionadas cooperativamente. ¿Os he dicho que se controlan a los dos protagonistas simultáneamente con un botón y un stick por personaje? El pequeño tiene habilidades que el grande nos dispone, y los puzzles están compuestos con tanta inventiva que algunos merecen aplauso. Ese ejercicio de controlarlos a la vez se torna en situaciones de lo más curioso.

 

En fin, una gran experiencia que os recomiendo. Un juego fresquito para una tarde de verano y la enésima confirmación sobre el talento de Starbreeze. El tiempo no lo ha tratado bien, pero disfruté tanto del primer The Darkness que os recomendaría encarecidamente que si podéis hincarle el diente con un precio económico lo hagáis.


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