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El adiós a Uwe Boll

Más figura que genio
Por Julián Plaza

No negaré que el Super Mario de Bob Hoskins sigue causando migraña. Tampoco, que las que peor llevan eso de adaptarse al séptimo arte son las grandes franquicias de la lucha; Tekken, Street Fighter, Dead or Alive, Double Dragon y Mortal Kombat (salvando la primera, quizás) aúnan un repertorio de despropósitos a cada cuál peor. Pero si nos ponemos a hablar de los grandes nombres responsables de este tipo de aberraciones es fácil que acabemos dando con nuestro protagonista: Uwe Boll.


El que para algunos es el Ed Wood de las pelis de videojuegos nos dice adiós. Se va enrabietado. Dejando tras de sí una ristra bastante generosa de producciones, abandona la profesión de director de cine 'harto de financiar sus proyectos', de ver que la industria del DVD y el Blu Ray caen en picado. Boll ha utilizado las pelis basadas en videojuegos para financiar sus otros largometrajes aunque, según comenta, no puede seguir perdiendo dinero con lo que hace. Tan buenos no serían. Que hable de dinero es curioso, máxime cuando hace un año nos mandó bien lejos tras el batacazo de Rampage 3 en Kickstarter, no sin antes recordar que sus arcas siguen bien llenas. La peli, aun así, finalmente verá la luz siendo su última producción.


Un mensaje de amor

 

Parece mentira que la que acabáis de escuchar sea la misma mente que ha dirigido las adaptaciones de Far Cry, House of the Dead o Alone in the Dark (entre muchas otras) al cine. Todavía es más incomprensible si nos paramos a ver que, con él en la silla de director, se han pasado a actuar personalidades de la talla de J.K. Simmons, Ben Kingsley o Ray Liotta. Pero así es. La única explicación posible pasa por la realidad de unos largos con notas nefastas y por unos actores que, ya sea por estar en horas bajas o por acabar engañados, han terminado llenando sus filmografías con episodios no demasiado dignos de recordar.


Hablemos de la película de Alone in the Dark, por ejemplo, uno de los momentos más bajos en la carrera de Christian Slater antes de ser rescatado por la brillante Mr. Robot. Interpretando al pobre Edward Carnby, la pesadilla que veíamos en los videojuegos se convertía en una sucesión de escenas de acción, frases recurrentes y momentos bochornosos dignos de Sharknado, aunque sin pasar por el filtro del humor autoconsciente de baja calidad. En el nombre del Rey, basada en Dungeon Siege, sirvió para trasladar la épica caballeresca y fantástica a un terreno tan absurdo como el anterior. A día de hoy, me imagino que Ray Liotta, Jason Statham y Ron Perlman todavía se arrepienten de haberse visto involucrados en algo así.


Tara Reid

Tara Reid, allanando el terreno para su puesto en Sharknado

 

Podría seguir. Far Cry os podéis imaginar por dónde va, por mucho que la mirada penetrante de Til Schweiger (Hugo Stiglitz de Malditos Bastardos) nos intente imponer. Lo mismo ocurre con Postal en la que, por suerte, J.K. Simmons no tiene un papel principal. La trilogía BloodRayne, The House of the Dead, Rampage… Un buen historial. Pero por si su filmografía como adaptador de distintos videojuegos no le retratase lo suficiente, Uwe Boll también se ha caracterizado por tener una lengua viperina. Hace diez años retó a distintos críticos del sector a un combate de boxeo que puede verse en la película documental Heckler, una de las pocas en las que aparece nuestro protagonista que han logrado pasar del 5 sobre 10. No la dirigía. La lástima aquí, es que los críticos mordieron la lona. No hemos tenido un final feliz hasta hoy.

 

Lo mejor que podemos decir del paso por la historia del videojuego por parte de Uwe Boll es que se ha acabado. Este señor no ha tenido mejor mano en otros terrenos, como puede verse en Auschwitz, su particular visión de lo que ocurrió en los campos de concentración de la alemania nazi. Se salva King Cobra, donde su trabajo como productor ejecutivo le ha permitido reencontrarse con Christian Slater. También ha sido un director de amiguetes -nunca ha descuidado a su buen amigo Zack Ward para algún papel secundario-, un hombre dispuesto al cameo y un tío que 'dice lo que le sale del culo'. Ahora gestiona un restaurante en Vancouver llamado Bauhaus que, a riesgo de querer empantanar la historia artística de su país, parece que funciona muy bien. Será el primer caso catalogado donde el alemán no causa una indigestión.


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