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Dying Light nos lleva del shooter al survival horror

Techland nos hace cambiar el matar zombies por huir de ellos
Por Alvaro Ondina

Pase el tiempo que pase y por muchos juegos, películas y demás que aparezcan, los Zombies siguen caminando. En esta Gamescom, además de Dead Rising 3, se ha mostrado Dying Light, una nueva IP que nos lleva a sobrevivir en una ciudad infestada de estos seres. Normalmente, en este sector, uno se acostumbra a armarse hasta los dientes con todo cuanto puede y liarse a tiros en la cabeza para evitar ser mordidos hasta la muerte.

 

Quizá el nuevo título de la desarrolladora polaca Techland, creadora de Dead Island y Dead Island Riptide, ofrezca algo un poco diferente. Cuando el jugador se introduce en Dying Light y sale a mundo abierto trata de poner en práctica lo aprendido hasta ahora y liarse a palazos para abrirse camino. Pero no funciona así los zombies son demasiados y un palo no es suficiente. La visión correcta es observar, correr y salir de su alcance. De este modo, a pesar de contar con armas, la primera opción debe ser escapar. Somos frágiles y debemos valernos del entorno para mantenernos a salvo. Enfrentamiento es la última opción, sobretodo si nos encontramos con un grupo grande.

 

En la demo que se ha podido jugar, debíamos restaurar la corriente en el refugio y no era cosa fácil. Debemos buscar el mejor camino para llegar de un punto a otro. Así nos introducimos en un juego de supervivencia donde premia la astucia por encima de la fuerza bruta. Nos encontramos de pronto escalando una pared, corriendo por un tejado y observando a nuestro alrededor en busca del siguiente sitio al que podamos acceder sin pisar el suelo. Por suerte tenemos a nuestra disposición un sistema de señuelos que harán que los zombies corran atraídos hacia él. Normalmente estos títulos suelen pertenecer al género del shooter, pero en esta ocasión nos vemos inmersos en un survival horror en que debemos diferenciar entre los momentos en que hay que actuar rápido y los que conviene más parar a analizar la situación.

 

 

No cabe duda que Techland sabe qué sensación quiere transmitir y, si en Dead Island ya encontrábamos esa peligrosidad, en Dying Light subimos un peldaño la dificultad para aumentar el agobio. Porque realmente es ese pasarlo mal y bien a la vez lo que nos gusta del género. Aunque en el juego tendremos diferentes armas, todo nos impulsa a correr y esquivar a los zombies. 

 

Si miramos la trayectoria del trabajo de Techland podríamos interpretar los cambios en los títulos como pequeños pasos, poniendo a prueba al jugador. Si bien al entrar en este Dying Light reconocemos la mano del estudio en el entorno, al avanzar y tomar contacto con las mecánicas nos damos cuenta de que es algo muy diferente y que la práctica de cambiar entre juego rápido y pausado es la verdadera oferta de esta nueva IP. Es como si todo fuera un gran puzzle en el que el tiempo de reacción fuese la pieza a encajar.


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