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Dustforce. Recorriendo escenarios escoba en ristre

A vueltas con las supuestas 6 horas de The Order
Por Víctor Junquera

El conocido como "ensayo y error" es ya todo un género con identidad propia en nuestro mundillo; uno que obvia premiar las reacciones, naturales y primarias, ante un escenario nuevo y sí recompensar el aprenderse de memoria un circuito hasta recorrerlo de la mejor manera posible. DustForce es así. Recompensa al buen estudiante; al aplicado, al constante, al que supera con nota el examen tras repetirse en alto, una y otra vez, la misma lección, hasta que se queda grabada en fuego en su memoria.

 

En el reciente y analizado OlliOlli, la excusa para recorrer un escenario, como el propio título quería, era subirnos a un monopatín y premiarnos por realizar trucos con él. En Rayman Legends, y sus gloriosas fases musicales, la excusa era seguir el ritmo de la canción para, además de pasarnos el escenario al gusto del desarrollador, también a su compás. En DustForce se nos pone en la piel de un barrendero, se llenan trocitos concretos de suelo de basura y se nos pide pasar sobre ellos. Si lo hacemos bien, llenamos una barra de combo y el juego nos premia, si lo hacemos mal, el título nos castiga. Puro ensayo y error, pura obediencia a las demandas del videojuego.

 

Cuatro personajes a elegir, modo online y marcadores son algunas de las opciones que nos ofrece el juego.

 

La gracia de DustForce está en ampliar la escala de visión con un personaje pequeño y un fondo grande, dotarnos de la capacidad de hacer parkour y permitirnos trazar de manera veloz la que consideremos la mejor ruta. La suciedad está en techos, paredes, plataformas ingrávidas y enemigos. Con la rápida pulsación de botones y una mente ágil, tenemos que ser capaces de limpiarlo todo sin descuidar la barra de combo, es decir, más parcelas limpiadas, más combos realizados; esto es sin dejarnos golpear por ningún enemigo y sin estar demasiado tiempo sin barrer.

 

A los controles, el juego se siente bien, aunque en los momentos más complicados no estaría de más una mejor respuesta. Cuando saltamos podemos golpear, si impactamos podemos volver a saltar, y si aterrizamos en una plataforma en vertical podemos trepar por ella. Que esto salga bien, no es nada fácil. En función de como lo hagamos, el juego nos dará una puntuación, comunicándose con nosotros mediante un sencillo tanteo. Aquí encontramos el mayor fallo del título, junto a la necesidad de unos controles más amables. Pero no es en la manera de puntuarnos donde falla, exigente como el juego necesita, sino en el modo de hablar con nosotros. Dustforce combina unas interesantes melodías de ambiciones retro con un estilo visual atractivo de colores planos, que consigue recordar al maravilloso; ojo, sólo recordar, Ghost Trick, pero ahí se queda cualquier concesión o mimo al jugador. El título no es capaz de comunicarse bien con uno, al menos, no del modo que sugiere su bonita presentación en un primer momento. Una pena.

 

Dustforce prefiere adoptar un tono arcade, desplegando ante el jugador una serie de escenarios a barrer, sin limitaciones en cuanto a a partir de cual quiere comenzar, dejando que el jugador decida cómo encararlos, siempre controlando el tiempo, siempre midiendo sus pasos y combos, y delimitar hasta ahí su propuesta. Se le podría pedir un poco más en este sentido, pero lo cierto es que el título, tal y como está, consigue funcionar aunque sin brillar. Un título sin más ambiciones que retarte a aprenderte sus rutinas, disfrutar fallando y gozar consiguiendo las mejores puntuaciones, que no es poco.


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