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Dragon Ball despide una generación para olvidar

Hora de reflexionar
Por Toni Piedrabuena

Bandai Namco, que ha cambiado de nombre recientemente en Occidente, ha confirmado lo que todos temíamos al respecto de Gokuh y familia: han terminado firmando una generación de auténtico y lamentable fracaso. Una vergüenza para una franquicia tan querida que tantos buenos momentos ha deparado en la pantalla y que a sus mandos, en los últimos años, no ha deparado mucho más que vergüenza y rabia. Siendo claros: los estudios que han estado al frente de sus juegos han pasado olímpicamente de las virtudes técnicas de PlayStation 3 y Xbox 360 y han preferido poner portadas rimbombantes, añadidos tontos y lanzarse al ruedo. Sin más.

 

Ha sido la generación del absurdo: ¿Qué deja al legado de la serie de Akira Toriyama los Burst Limit, Raging Blast, Raging Blast 2, Ultimate Tenkaichi, Kinect y Battle of Z? Por orden: transformaciones en super saiyajin 3 de Broly y Vegeta, animaciones random para AMVs de Linkin Park en YouTube, uno de los juegos para Xbox 360 compatibles con Kinect más sonrojantes de la historia y un buen puñado de grandísimas canciones de Hironobu Kageyama. Más allá de eso… prácticamente nada destacable. Quizás que Burst Limit intentó sin éxito ser un buen juego de lucha (hasta diferenció a los personajes entre sí con cierta gracia) y que abrazaron el on-line, a pesar de que el producto no ofrecía motivos para repartir kames por el mundo.

 

Temazo. Luego remakearon la OVA con una animación que avergonzaría a Antoni D'Ocon

 

La sensación general de la franquicia es que, básicamente, el producto está desgastado. La historia de Dragon Ball no da para más, estamos cansados de batallar los mismos combates en los mismos lugares con los mismos resultados. Eso lo detectaron en Spike con Raging Blast, y ahí se lanzaron a deliberar capítulos alternativos a la serie con resultados de lo más variopintos y ridículos, tercer nivel de saiyan de Vegeta y Broly de lado. El rescate de personajes inéditos que no habían salido todavía en los juegos como Hatchiyack (el enemigo del juego y OVA de Playdia Dragon Ball Z Gaiden) o el estreno de Bills, de la reciente película Battle of Gods. Vamos, que la calidad de los últimos Budokai Tenkaichi hicieron un flaco favor a la generación que vendría después en ese campo.

 

Y es que si nos hubiesen dicho cuando acabó la generación con el estupendo Infinite World en 2008 que nos esperaban seis años de auténtico hastío, tal y como funcionaba la franquicia, pocos lo habríamos creído. Desde Dimps y Spike han pasado olímpicamente de la innovación y han apostado por el síndrome de Diógenes que comentábamos hace unos meses. Nuestro compañero Adrián también incidía en el desgaste de la serie hace unos días, y tras su reseña, podemos confirmar que la serie de Toriyama merece un descanso. Excepto algún asterisco, desde la salida del ya vetusto Budokai, Gokuh y familia reaparece una vez al año, y eso le deja muy poco tiempo para sacar algo decente… aunque al final lo que acabe importando, claro, sea el vil metal.

 

ozotto

Ozotto, el enemigo de Dragon Ball VR, un inédito idiota por rescatar

 

Merecemos algo mejor. La serie, en mecánica de juego, daría para algo mucho mejor si se lo propusieran. ¿Pero cómo conseguir ser interesante para el jugador sin reiterar en lo mismo de siempre?


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