Divinity: Original Sin me ayuda a descansar de Fallout 4

Hace muchos, pero muchos, pero muchos años, tuve una época de pique a los juegos de golf. Supongo que no es nada malo, todos tenemos un pasado, pero durante mucho tiempo dediqué toda la potencia de mi por entonces flamante MegaDrive a hacer hoyos, intentar bajar mi par, ir a por el birdie y, en ocasiones, hasta marcarme un eagle. 

 

El motivo era sencillo: Había conseguido al fin que me pusieran una tele en el cuarto y mi hermano se había ido a estudiar fuera, así que me había pegado mis buenos maratones a JRPGs... y había terminado harto. Así que cuando mis padres se iban a dormir me ponía una cervecita, dejaba el cenicero a mano y disfrutaba de un ritmo sosegado de juego en el que no hacía falta pausar para pegar un trago y disfrutar el momento. 

 

 

Y eso me pasa ahora con Divinity: Original Sin

Puede que ahora no sea una cerveza y sea un café o un whisky dependiendo de si mi hija está despierta o no, y puede que el cigarillo dé paso a una galleta si la peque está en el salón, pero el principio es el mismo: Un juego sosegado, con un ritmo por turnos que me permita establecer mi estrategia, pensar mis movimientos y, sobre todo, relajarme. Y eso Divinity sabe lograrlo como pocos juegos. 

 

Oh, sí, estuvo Wasteland 2, pero algo en su entorno y ambientación hacían que hubiera una sensación de acuciante urgencia en su desarrollo. También estuvo Dragon Fin Soup, pero no nos engañemos, por divertido y gracioso que me resulte no es tan bonito como Divinity. Y no me hagáis hablar de Fallout 4: Me encanta, pero no es un juego que invite precisamente a la relajación por mucho que disfrute investigando y explorando la Commonwealth. 

 

 

Hace falta diversificar

No soy una de esas personas que disfrutan leyéndose dos libros a la vez, pero sí que me gusta intercalar juegos de estilos y géneros muy diferentes, especialmente cuando me enfrento a títulos largos que sé que me van a tener muchos días liados con su desarrollo.

 

Siempre intento que sean juegos muy distintos para no cansarme de su estética y punto de vista, y así a lo largo de mi historial como videojugador he jugado parejas de títulos como Bioshock: Infinite y GTA V -antes de la vista en primera persona-, Final Fantasy VII y Gran Turismo, Breath of Fire 4 y Spiderman o The Walking Dead y LEGO Marvel Héroes... Juegos difertentes que se complementan bien y hacen que puedas continuar una historia durante muchos días sin volverte loco en el camino y mandar el título a freir gárgaras. 

 

 

Y lo mejor, el descanso

Hay formas y formas de relajarse, y no todas tienen que ser tan sosegadas y divertidas como Divinity Original Sin, que no deja de ser el equivalente a leer un buen libro de Terry Partachett en formato videojuego. 

 

Puede que el relax venga en forma de shooter tras horas combatiendo por turnos en un JRPG, que venga en forma de competición deportiva tras enfrentarnos al último indie obtuso de moda, o que sea hacer el loco en Los Santos, solo o en compañía, para luego volver a esa aventura grafica que nos tiene obsesionados. 

 

Lo importante, al final, es descansar y diversificar, mezclar géneros y sacarle todo lo bueno, y sobre todo, no terminar quemados con una afición con un futuro tan prometedor como el de nuestros queridos videojuegos. ¿Y vosotros? ¿Mezcláis juegos o sois de apurarlos a piñón?

 

¡Nos leemos!

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