Diablo III vende más de 6 millones de unidades en una semana
Hay cosas que van más allá de nuestro entendimiento y pase lo que pase serán tan ciertas como que mañana saldrá el sol. Me refiero a las estratosféricas ventas de un videojuego de Blizzard. Realmente les miento, pues el motivo de su éxito es bien conocido: unos juegos que se rigen por estudiados patrones ensalzadores de la adicción humana a ciertos hábitos y desmesuradas campañas de marketing son la clave. Y por eso Diablo III ha vendido en su primera semana más de seis millones de unidades, la mitad de las cuales se despacharon el mismo día de lanzamiento. Y esto iba a ser así ya hiciera viento, marea o errores 0037.
Lo prometedor del asunto es que los productos de Blizzard, más que rápidos atletas a corta distancia, son corredores de fondo. Por eso hay gente que sigue jugando a Diablo II y al primer Starcraft varios lustros después de su salida. Además, esa longevidad va acompañada de un halo de misticismo y grandeza que provoca su reconocimiento en los ámbitos menos entendidos. Conozco a mucha gente ajena a este sector y el devenir de los lanzamientos que sabía perfectamente desde hace meses que el 15 de mayo era el día prometido. Algo así solo lo consiguen ciertas marcas que han penetrado de tal forma en el usuario que prácticamente el secreto de su éxito es la pura inercia y la realimentación consigo mismo. El George Lucas del videojuego. Y “Se requiere conexión a Internet para jugar” es el nuevo Jar-Jar Binks.
Puede que el aluvión de ventas tenga truco, pues durante los últimos meses se anunció una promoción con la que obteníamos una copia de Diablo III si realizábamos una suscripción anual a World of Warcraft. Pero records de ventas aparte, esto participa en una liga diferente sin el ajetreo de los rankings y las reviews apresuradas, ajeno a rivalidades y disputas. Y eso que todavía falta lo más gordo por venir, pues está la casa de subastas a punto de caramelo. Y los chinos. Millones de chinos amontonados frente a un escaparate esperando que abran las puertas de la tienda. Chinos locos capaces de cambiar el eje de rotación de la tierra si saltan todos a la vez, pero que en vez de hacer eso pujan por espadas doradas raras con dinero real.
Hasta ahora, los mayores éxitos de ventas durante el primer día eran ostentados por la saga Call of Duty, pero como el asunto ahora se llama Activision Blizzard todo queda en casa. Una casa a la que le van a salir los dividendos por las orejas por mucho asedio que realice la prensa y muy consternados y tristes que estemos todos. Un modelo de negocio que va más allá de webs temáticas y notas a pie de página con posiblemente ya más de siete millones de almas castigando su túnel carpiano sin saber muy bien por qué. Será la inercia, será el efecto George Lucas o será el café. Lo importante es que Blizzard lo ha vuelto a hacer, y lo seguirá haciendo queramos o no.
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