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Devil May Cry 5 y el tercer espectador, cuando existe la necesidad de jugar bonito

Showtime
Por Julián Plaza

Leía el otro día a Paula García -la corresponsable, junto a Rafa, de haber terminado con Devil May Cry 5 en mi libreria de Steam- hablar de ese hipotético espectador que todos imaginamos emocionarse cuando estamos jugando bien. Me refiero a esa figura fantasma que nos da el codazo de complicidad, de colegueo, que nos concede el mérito que se acaba de ganar ese golazo que acabamos de marcar, esa esquiva en el último frame, esa carta de fin de mazo que da una vuelta a la partida.

 

A riesgo de sonar pedante, me gusta llamarlo el tercer espectador, por aquello de hacer referencia a su persona gramatical, pero en realidad no es más que una manera rápida de hacer alusión a algo que está mucho mejor definido en el párrafo inicial. Ya sabéis de lo que hablo; de jugar bien. De esa satisfacción añadida al ganar o perder, del ‘gustarte’ mientras juegas, de ese sentimiento que hoy puede traducirse en un clip subido a tu cuenta de twitter y que se ve especialmente potenciado con juegos como Devil May Cry.

 

DMC5

 

Porque no creo pillar a nadie por sorpresa cuando digo que la última joya de Capcom -la de marzo, recientemente lleva unas cuantas- centra una parte importante de su propuesta en eso que en el fútbol se conoce como el jogo bonito. Me explico. Hay muchas maneras de ganar, pero pocas tan hirientes para el rival como la humillación. Es algo que no me gusta tanto ver en el deporte, pero en un contexto de humor autoconsciente en el que matas demonios… digamos que la perspectiva cambia.

 

De eso, la historia de Dante, Nero y V sabe un rato. En esta quinta entrega, la cantidad de chascarrillos está ahí ahí con la de litros de sangre, y le corresponde aderezar un conjunto de movimientos para cada personaje que van desde la lucha con estilo hasta la sobrada más mamarracha. Podemos blandir una espada o ir a puño limpio, sí, pero también pegar con una moto demoníaca o rodar por el suelo como quien baila capoeira. Ese es el cóctel de Devil May Cry 5. No quieren que ganes, quieren que luches bien.

 

DMC5


Si esta nueva entrega tiene un botón específico para realizar una celebración, si sus protagonistas se ríen de sus enemigos en cada cinemática previa a las toñas o, por ejemplo, si nos dejan surfear en un cohete es porque se nos está pidiendo emularlos, alcanzar cierto grado de ‘molonidad’ y ganar la aprobación del tercer espectador. Y entre tanto foco en la habilidad, el mérito y los rangos, es de agradecer que existan juegos que nos haga sentir bien, satisfechos con nuestra particular manera de jugar. En ellos no hace falta que seas el mejor para marcarte una sobrada, solo que utilices las herramientas de las que dispones y des algo de rienda suelta a la interpretación. Al final, jugar siempre ha sido eso: actuar.


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